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¿Alianza nacionalista?

 

Francisco Pomares

 

El nacionalismo constitucional tiene en Canarias -al menos- tres identidades, Coalición Canaria, el Partido Nacionalista Canario y Nueva Canarias. Las dos primeras, con orígenes muy diferentes, mantienen hoy una confluencia electoral, en la que el rol del PNC -un partido con historia, pero sin cuadros ni militancia ni influencia electoral- es meramente testimonial. Nueva Canarias, surgida en febrero de 2005 como resultado de una escisión de Coalición Canaria, sostiene desde hace años una posición muy crítica con su partido de origen, apenas amortiguada ligeramente cuando Nueva Canarias ha participado conjuntamente con Coalición en las elecciones generales, como ocurrió en la convocatoria de 2011. Esa participación resultó más ventajosa para Nueva Canarias, que logró cosechar parte de los votos de Coalición en las islas orientales, a cambio de apoyar teóricamente las candidaturas al Senado de Coalición en todas las islas, y de apoyar a Coalición en la circunscripción electoral de Santa Cruz de Tenerife. Tras las últimas elecciones regionales, el fracaso en la incorporación de Nueva Canarias al Gobierno de Clavijo, y la victoria de Antonio Morales en Gran Canaria, provocaron una radicalización creciente de las diferencias entre los dos grupos nacionalistas, en su estrategia y en su discurso político: Nueva Canarias enfatizó su ideario socialdemócrata sobre el nacionalista, centró su actuación en Gran Canaria, donde obtuvo sus mejores resultados, rebautizó el partido del que surgieron la mayor parte de sus dirigentes como "ATI", y definió una suerte de hibridación de políticas de izquierda en el ámbito regional, e insularistas en Gran Canaria, muy centradas en la denuncia de agresiones a la isla y su gente por parte del poder regional. En las dos últimas elecciones generales, el discurso socialdemócrata de Nueva Canarias permitió que se fraguara para las elecciones generales una candidatura común con el PSOE, que dio al nacionalismo de izquierdas un diputado -Pedro Quevedo- y una senadora -María José López-. El extraordinario protagonismo del diputado Pedro Quevedo, convertido por mor de las matemáticas parlamentarias en voto imprescindible para apoyar los presupuestos de 2017, y su posicionamiento independiente del PSOE, con el que se había presentado, dieron lugar al rechazo socialista a reeditar un formato que resultó ser muy poco rentable para ellos. A partir de ahí, y a pesar de la política peleona de Antonio Morales y Román Rodríguez contra Coalición, se ha producido un calculado e inevitable acercamiento de los dos sectores enfrentados del nacionalismo isleño. La presentación conjunta, ayer en el Congreso de una enmienda al Estatuto para que la financiación que nos llega vía REF no cuente a efectos de financiación general, es un paso importante en esa tendencia clara al acercamiento.

 

Fernando Clavijo lo recordaba hace unos días sin disimulo: "Doce años después de dividirnos, Nueva Canarias no ha conseguido salir de Gran Canaria, y Coalición apenas ha conseguido mantener un diputado en Gran Canaria." Es un diagnostico básicamente acertado. Pero el problema es cómo conseguir que un acuerdo entre el nacionalismo que representa Clavijo y el que representa Román Rodríguez -enfrentados en Canarias en todo o casi todo- pueda sobreponerse a las conflictos, y fraguar un pacto electoral para las generales que permita que el nacionalismo canario mantenga sus dos diputados en las Cortes. Apoyar medidas conjuntas en defensa de los intereses generales de Canarias es un primer paso en ese camino. El otro es reducir tensión en la política canaria. Algo que Román Rodríguez -que quiere ser el sustituto de Pedro Quevedo- debería entender, por encima de sus apuestas políticas personales.

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