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Beato Antona

Francisco Pomares

 

En todas partes cuecen habas. Después de unos cuantos años de "pax soriana", sin nadie que fuera capaz de chistarle al conducator, el PP se enfrenta a su congreso regional con todas las opciones abiertas. De momento, el único candidato es el exalcalde de Las Palmas, Juan José Cardona, que dio la semana pasada un paso al frente, y decidió anunciar su voluntad de presidir a los conservadores canarios tras el congreso de marzo. Lo hizo, según ha confesado, después de llegar con Asier Antona -actual presidente "provisional" del partido y obvio candidato a dejar de ser "provisional"- al acuerdo de no hacerlo, para no meterse en peleas antes de tiempo. El acuerdo implicaba esperar a mediados de febrero para anunciar las candidaturas, y no abrir un debate interno de esos que dinamitan la unidad de acción. Algo que se quiere evitar especialmente en este momento tan delicado para todos los partidos, a la espera de que desde Génova y Ferraz se den las oportunas instrucciones. Cardona aceptó la propuesta, pero -según él mismo ha dicho- Antona no se tomó a sí mismo y su oferta muy en serio, y comenzó su campaña "en ruta" en busca de avales y votos para garantizarse el congreso. Y eso fue lo que decidió a Cardona a adelantar el anuncio de que va a presentarse.

 

Junto a él, se escuchan las voces de Cristina Tavío (voz jadeante) y de Enrique Hernández Bento (voz compungida), que tampoco parecen hacer ascos a una hipotética pelea. Aunque creo yo que son falsos jadeos y compungimientos: Tavío y Bento no pueden ganar esta pelea contra Antona, al que desde las filas de la resistencia pepera se acusa de ser el gallo tapado soriano. Tavío y Bento, y Águeda Montelongo y Astrid Pérez y otros disidentes con mayor o menor empaque, acabarán sin duda confluyendo en la candidatura de Cardona. Porque lo único que puede impedir que el candidato oficial Antona gane un Congreso que Génova quiere sin conflictos es que todos los demás se le pongan enfrente. Y que María Australia, que controla una parte clave del voto de los afiliados grancanarios, se raje.

 

Como es muy difícil que ambas cosas ocurran (más la segunda que la primera), Antona va de ruta por las islas y los medios demostrando que hasta en gayumbos puede pasar por un caballero. Ni una palabra de más contra sus competidores, ni una descalificación a los jadeos de la Tavío, la ambición de Cardona o las menesterosidades de Hernández Bento. Antona actúa como el santo varón que dice ser, regañando a los pibes de las Nuevas Generaciones que se pronuncian antes de tiempo o vetan a Cardona en las redes, aplaudiendo la presentación de sus colegas y saludando con las dos manos el juego limpio y la igualdad de oportunidades. Da gusto verlo, tan juego limpio y cortesía. Sobre todo si no estás en la pelea. Si estás en ella a quien te enfrentas no es a Antona, sino a sus "holligans", su capacidad para maniobrar desde Madrid hasta el último municipio pepero, y su decisión de no dejar pasar la oportunidad de su vida. Suele pasar -en política y en cualquier meritoriaje- que si al chico le llega la hora de demostrar que sabe jugar las ligas mayores, se aferre con uñas y dientes. Al cuello de sus adversarios.

 

Algo bueno tenía que tener la salida por banda del ministro panameño: nos ofrece la oportunidad de ver a beato Antona tirar de navaja. Sin renunciar, eso sí, al argumentario de la santidad.

 

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