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Canonjías de exministro

 

Francisco Pomares

 

Mientras el exministro Soria sigue animando el cotarro nacional con su catálogo de revelaciones contra miembros del Gobierno del que formaba parte, se ha sabido ahora que ese mismo Gobierno destina entre doscientos mil euros y un cuarto de millón de euros al año para protegerle al ministro las espaldas, cuando ya han pasado quince meses después de que Soria dimitiera por mentir en relación con sus cuentas y empresas en paraísos fiscales. O por evitar que el nombre de su madre se escuchara en el hemiciclo nacional, como él mismo explica en sus memorias de momento inéditas, pero ya más veces citadas que 'La Guerra de las Galias'...

 

El exministro de Industria -como el resto de los miembros del Gobierno que tienen la mala fortuna de cesar- dispuso del preceptivo servicio de escolta durante un año desde que se bajó o le bajaron del coche oficial. Fuela Secretaría de Estado de Seguridad quien canceló de oficio esa prerrogativa, que sin embargo se mantiene -cuando el ministro está en las islas- por decisión personal del subdelegado del Gobierno en Las Palmas, Luis Molina. Soria dispone de un servicios de protección combinado: no sólo cuenta con la que le proporcionan los dos agentes que le acompañan siempre en todos sus desplazamientos, sino que también dispone de un exclusivo servicio de vigilancia de su domicilio, un chalet en Tafira Alta, en Gran Canaria, que prestan seis policías que se turnan religiosamente para custodiar las 24 horas del día la vivienda, en la que se produjo un extraño robo de joyas y metálico la pasada nochebuena, del que aún no se ha encontrado a los responsables. Uno se pregunta porque tienen los ciudadanos que costearle al ex ministro un servicio de seguridad privado en su vivienda. Sobre todo cuando hay tantas empresas de seguridad que estarían encantadas de hacerle una oferta o un favor. Podría pedirle a su amigo Miguel Ángel Ramírez que su empresa -Seguridad Integral Canaria- le vigilara la casa. Y así, si se produce otro robo, todo quedaría en familia. La última vez, cuando le cambiaron las joyas por una colilla de L&M, el caso fue a parar al juzgado de Victoria Rosell, ya me dirán ustedes si no tuvo su gracia la cosa. Con Miguel Ángel Ramírez podrían montarse toda una fiesta... Y las cintas (con música) las pone Ramírez encantado.

 

En serio: uno no entiende porque hay que pagarle a Soria esta protección tan chiripitiflaútica e inmerecida, y menos, por qué el ex ministro sólo la necesita cuando está en Canarias, y no en Cuenca o en Madrid, a donde se desplaza entre semana para contarle a los periodistas de El Mundo su libro por fascículos, o quizá a atender los negocios de la consultora Sorben Patners, que creó tras salir del ministerio y fracasar en lo del Banco Mundial, y desde la que ahora se dedica a lo que mejor maneja, que son los negocios en los puertos y esas cosas de consignatarias, navieras y paraísos diversos.

 

Porque lo más sorprendente de todo este asunto es que la protección que le pagamos entre todos a José Manuel Soria solo se produce en las islas. Quizá al ministro le preocupe más ser objeto de alguna agresión o percance en su tierra, que enfrentarse a los Hombres G de Montoro o a una banda ecoterrorista que quiera secuestrar al ex ministro del petróleo, para pedir un rescate o una subvención fotovoltáica. Que también pudiera ser.

 

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