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Consecuencias del Brexit: ¿Adiós a Iberia?

Francisco Pomares

 

El proceso de activación de la retirada de Reino Unido de la Unión Europea -consecuencia inevitable del referéndum sobre del 23 de junio- dará comienzo en el primer trimestre del próximo año, al aplicarse por el Gobierno británico el artículo 50 del Tratado. Después de varios meses de absoluta indefinición, de declaraciones patrióticas inútiles y rimbombantes, de contradicciones (y de bofetadas entre los diputados del xenófobo UKIP), el hecho de que la primera ministra Theresa May se haya comprometido por fin a una fecha -lo hizo ante el congreso "tory"- es casi una buena noticia, por más que el anuncio venga empaquetado junto a declaraciones populistas y mendaces sobre reservar el empleo a los británicos frente a los trabajadores extranjeros, en un país donde el mayor contingente de inmigración no procede de los países de la Unión, sino de las antiguas colonias y posesiones hoy integradas en la Commonwealth.

 

Es un desastre que en toda Europa la crisis económica haya disparado un discurso xenófobo y radical en contra de los otros, los extranjeros, y eso esté sirviendo para falsear la realidad de políticas torpes y erróneas. En Reino Unido, por ejemplo, el discurso ultra de la señora May pretende ocultar que el "brexit" ha pasado factura con una devaluación de la libra frente al euro que supera ya el diez por ciento de su valor... Una verdadera desgracia para la economía británica, que se une a la preocupación e incertidumbre sobre la inversión extranjera, la pérdida de peso de la "City" londinense en las finanzas mundiales, o la continuidad de la política económica liberal, que los nuevos "torys" parecen querer dirigir hacía una suerte de estrambótica autarquía de nuevo cuño, mantenida por Estados Unidos.

 

Tendemos a pensar que pase lo que pase, al final no pasa nada. Pero no es cierto: los hechos se relacionan, y el "brexit" traerá consecuencias para todos. Algunos estudios, por ejemplo, advierten de una caída importante del PIB canario -entre el uno y el dos por ciento- por el efecto que la pérdida de poder adquisitivo de la libra tenga sobre nuestro primer cliente turístico. Pero hay más: con la salida, las compañías aéreas de titularidad británica -si no se modifica el actual reglamento de la Unión- no podrán operar en enlaces interiores entre ciudades comunitarias. Eso quiere decir, por ejemplo, que muchas compañías aéreas de "nacionalidad" británica verán completamente modificado su estatus operativo en Europa. Es el caso todas las empresas del International Airlines Group (IAG), que -desde que se anunció el "brexit"- ya ha sufrido pérdidas del 30 por ciento de su beneficio estimado. La imposibilidad de operar entre ciudades comunitarias afectaría también a sus empresas; Brits Air, Air Lingus (con licencia irlandesa) y las compañías Vueling, Iberia, Iberia Express e Iberia Easy Jets, algunas con licencia española pero de titularidad británica, por cuando su accionista de referencia es IAG.

 

El posicionamiento de otras compañías que han decidido abrir nuevas líneas Península-Canarias -Air Europa acaba de anunciarlas-, demuestra que estamos ante una situación de verdadero peligro para la conectividad de las Islas. Es posible y deseable que se encuentren soluciones por la vía del cambio de titularidad, o "tratos especiales" como el que recibe Norwegian. Pero la Unión Europea es un territorio de derechos, dónde rige la legalidad comunitaria: las empresas que se sientan afectadas por un exceso de tolerancia ante IAG podrían precipitar situaciones drásticas. Es importante que los políticos se pongan a trabajar en resolver este asunto. Y que lo hagan ya, antes de que los precios aéreos se disparen.

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