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De bailes y culebrones

 

 

  • Redacción NoticiasFuerteventura
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    Terminan las elecciones y comienza un nuevo baile, en el que la música se ralentiza, se impone la luz tenue, se buscan los rincones y las complicidades. Entre los protagonistas de esta función hay expertos bailarines (los políticos), pero a veces, el estilo musical que impera no es el que han ensayado y les hace parecer poco habilidosos. Hay quien baila usando toda la pista (en alusión a las confluencias), otros que se quedan clavados en el sitio, e incluso los hay que rechazan la oferta de baile (conformar pactos), porque han optado por ser meros espectadores.

     

    En los últimos bailes postelectorales la pista (en alusión a la oferta de partidos) ha estado abarrotada y cada uno salía a bailar su estilo propio. Entre tanto eclecticismo era complicado ver parejas de baile bien avenidas y acompasadas. De hecho, ha escaseado el baile grupal y se ha optado por el individualismo.

     

    Por eso, después de varios intentos por seguir el disparatado espectáculo de bailarines que tienen distinto estilo y nivel, y que se empeñan en bailar juntos dando una imagen arrítmica y sin sentido, la ciudadanía ha optado por ir reduciendo el número de participantes (en alusión a las siglas). De este modo, ha ido eligiendo a quienes tienen mejor técnica y más base coreográfica, es decir, a aquellos que sean capaces de adaptarse a distintos estilos y parejas. El objetivo es que salgan menos a la pista, pero sepan bailar mejor.

     

    Este símil sobre cómo se desarrolla la política de pactos insular también nos lleva a otro hecho reseñable y es que los votantes además de optar por formaciones bien estructuradas que nacen con una base ideología (y no del interés personal de unos ególatras), también han optado por aquellas fórmulas que permitan la estabilidad y no dar opciones matemáticas a que se den experimentos y mociones de censura. El multipartidismo, entendido como una pista de baile abarrotada de bailarines que cierran los ojos y no miran lo que hace el de al lado, ha tenido en Lanzarote graves consecuencias al confundir la pluralidad con más grado de democracia y efectividad en las instituciones. Y es que la cantidad de partidos no es para nada correlativa a su capacidad gestora o a la calidad de sus propuestas. Es decir, ser más en número, no significa ser mejores.

     

    Y para colmo de males, hay otra circunstancia que hay que tener en cuenta en los símiles “postelectorales”, es decir, hay que estar muy pendientes de los guiones que nos plantean quienes están acostumbrados a escribir capítulos y capítulos de serial político con el único argumento del enredo. El problema del abuso de esta práctica es que, aunque sea de consumo fácil, cada vez genera menos interés en la audiencia, porque el argumento aburre, y porque se ha quedado obsoleto y anclado en el puro surrealismo y en puestas de escena del todo predecibles.

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