PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

A+ A A-

El arte de cómo la explicación sustituye a la acción

 

 

 

 

 

Gloria Artiles

 

Hace muchos años, en el despacho de un alcalde, asistí a la siguiente conversación entre el entonces primer edil y un responsable municipal de mantenimiento:

 

“Fulanito, - le dijo el regidor-, te he llamado porque desde hace cuatro meses en la calle X, hay un socavón de metro y medio de ancho en la acera. Hay muchas quejas de los vecinos. No paran de llamar. Además, eso está muy peligroso, cualquier día se cae alguien y ocurre una desgracia. Eso hay que arreglarlo”.

 

“Sí, Mengano – le contestó el empleado al alcalde- eso está muy peligroso; además está cerca de la Escuela, y por allí pasan los chinijos corriendo. Y, alcalde, el agujero es profundo ¡eh! Yo qué sé, a lo mejor tiene hasta otro metro de profundidad. Que vamos, te caes ahí y hasta te puedes romper una pierna. Mi compañero Zutano casi se mata el otro día. Y, de ancho, más o menos tendrá un metro, una cosa así” –le explicó haciendo un gesto con los brazos para darle cuenta del tamaño del boquete.

 

“Pues eso, - continuó el alcalde- que hay que arreglarlo.”

 

“Sí, sí, sí… eso hay que arreglarlo. Ahora lo que hay que hacer, porque eso yo no creo que cueste mucho, es pedir presupuesto del material que se necesita. Y eso: pedirlo. Eso se hace enseguida. Eso es un poco de cemento y los baldosas…. No sé cuánto podrá ser, pero no mucho, 90 o 100 euros, no más. Se pide y se arregla”.

 

“Vamos a ver si se arregla pronto, no te despistes con eso” - le insistió el alcalde.

 

“Sí, sí, yo voy mañana mismo a verlo. Eso es nada, con cuatro baldosas, se pone un poco de cemento y se cierra. Además es un foco de infección, está lleno de cucas, salen todas por ahí. Y eso hay que quitarlo. Y ya le digo, eso no tendrá más de un metro de ancho, pero pasa cualquiera por ahí y se rompe la crisma, eso no puede estar así.”.

 

“Vale, vale, pongan también pivotes para advertir del peligro. Pero que se arregle ya”.

 

“Sí, sí, sí. Los pivotes están en el almacén, se cogen en un momento y se ponen. Lo que pasó fue que Inalsa arregló la tubería hace por lo menos cinco meses, que yo recuerde, y fue después cuando se desplomó esa parte. Es que eso está peligrosísimo. Eso no puede estar así. Eso se hace enseguida, se hace una propuesta de gastos y se lleva. En cualquier momento que los chicos estén por allí cerca, les digo que se pasen y nada, eso se arregla. Un poco de cemento, si tampoco es tanto. Eso hay que arreglarlo”.

 

Por supuesto, el socavón tardó aún dos meses más en cerrarse, pero aquel diálogo de besugos al que asistí me sirvió para comprender uno de los males endémicos que afecta a la gestión pública local, donde la falta de acción es sustituida por una descripción detallada y reiterativa del problema, aderezada de buenas intenciones. De hecho, aquella explicación que le dio aquel empleado al alcalde es la misma estrategia que usan ciertos cargos públicos ante las preguntas de la prensa sobre problemas que no se resuelven. Todo un arte, hay que reconocerlo, del disimulo de la incapacidad del político. Así, el entrevistado articula un relato repetitivo de la situación, envolviendo al interlocutor y mareando el discurso en un callejón sin salida, a fin de aparentar que se está haciendo algo, cuando en realidad no se está haciendo nada. A menudo este tipo de político anodino, que habla sin decir nada, no sabe ni cómo ni cuándo se arreglará el asunto por el que le preguntan, ni tiene claro, lo que para mí es peor aún, una visión precisa y global de hacia dónde quiere dirigir el área del municipio que le ha tocado llevar. Y ése sí que es un problema que los ciudadanos tendríamos que arreglar ya sin falta. A ver si nos acordamos de hacerlo en las próximas elecciones.

Comentarios (0)