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Fiscofílicos

 

  • Redacción NoticiasFuerteventura
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    Es una pena pero tan atractivo título no es original. En realidad, se le ocurrió a Ignacio Ruíz Jarabo y la expresó en una conferencia hace unas semanas en Canarias. Se refiere a todos aquellos personajes que pueblan la geografía española proponiendo el Bálsamo de Fierabrás, esto es, aumentar los impuestos con todo tipo de argucias para brindarnos el paraíso en la tierra. Tanto es así que reclamar lo contrario, una rebaja intensa de los impuestos, ha dejado de generar simpatía. La población ha comprado la propaganda oficial y asume dos cosas: una, que España recauda menos que el resto de países de la UE y, dos, que los impuestos siempre los pagan otros. No es verdad, claro. Por un lado, España recauda menos sobre PIB pero no sobre PIB per capita, es decir, que frente a la presión fiscal del cuento de hadas, tenemos la realidad de un esfuerzo fiscal colosal. Así que a otro perro con ese hueso. Tampoco puede defenderse que los ricos pagan los impuestos. Primero, porque son muy pocos -hemos visto que los 222 que ganan en las islas más de 601.000 euros al año pagan lo mismo que 343 mil canarios- y segundo porque no parece que se les pueda parasitar más sin que se traspase el límite que establece la Constitución, que es cierto alude a capacidad de pago pero admite que no pueda tener carácter confiscatorio.

     

    Pero, he aquí lo grave, los distintos gobiernos nos venden la milonga de lo poco que pagan los ricos mientras nos crujen a todos, que es para lo que han desarrollado un cierto éxito argumentativo y leyes al efecto. Los ciudadanos deberíamos promover campañas para exigir un solo pago. En una sola factura figuraría el total del dinero que nos extraen, incluyendo los impuestos directos, los indirectos y las cotizaciones sociales más las tasas que graciosamente nos han ido colando indoloramente para que ellos sigan disfrutando de canonjías y sinecuras. Pagar impuestos para fines objetivamente buenos no debería contar con oposición alguna cuando se vive en sociedad; pero hemos llegado a un punto en que no se sostiene hacerlo mientras somos compasivamente asaltados legalmente y cuando queremos aquellos servicios de calidad que nos dicen proveerán con esos recursos, nos obligan a ir al mercado a buscarlos, así sea la sanidad o la educación.

     

     

    Entre esas refinadas formas para enmascarar pagos, observamos una llamativa: tres restaurantes -dos en Lanzarote- han sido denunciados por la hipersubvencionada Facua -ay, el uso de los impuestos- por no incluir el IGIC en las cartas a disposición de los clientes. Ese velo fiscal pretende mantenernos ignorantes de la diferencia entre un precio y un impuesto, contando para ello con estos colaboradores necesarios que tan ricamente viven de lo que nos expolian.

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