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Kelly por un día

 

Francisco Pomares

 

Hace ya unos cuantos años, Ignacio González hijo era concejal de asuntos sociales del ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, en el que había conseguido plaza gracias al Centro Canario Nacionalista, un partido que su padre le compró para que pudiera dedicarse a hacer política cuando lo echaron del PP. Ignacio González tenía la costumbre de visitar el albergue municipal, y hacerse fotos con los ancianos. Apareció en la portada de los medios de Tenerife, dando de comer con una cuchara de sopa en la mano a una señora muy mayor. Recuerdo que la foto me pareció indignante y que lo escribí. El argumento era sencillo: si Nacho González quiere ir a dar de comer a los ancianos del albergue, ese es un asunto de compromiso personal o de caridad cristiana, depende. Si saca fotos para venderse en los medios es puro oportunismo ramplón y -si me apuran- miserable.

 

Noemí Santana, secretaria general de Podemos en Canarias, sigue los pasos de don Nacho: el otro día apareció en los medios en un curioso reportaje, compartiendo un día de trabajo con una camarera de piso. Al parecer, fue invitada a participar en la experiencia de lo que es un día de trabajo normal, pero no fue exactamente eso lo que hizo: lo que hizo fue ayudar a la "kelly" que limpiaba las habitaciones y llevar un equipo para hacerse fotos y meterlas después en los medios, vendiendo su gesto como un acto solidario y recriminando al resto de los políticos por preferir irse de romerías o fiestas populares en vez de dedicarle un día a las "kellys".

 

La señora Santana cree que con unas fotos haciendo una cama, y un comentario sobre la explotación de las camareras de piso (en otros hoteles, en el que le permitió a ella ser camarera de piso por un día, la explotación no existe, según dijo) es suficiente para colgarse una medalla. Personalmente creo, que se trata de una fantochada más, de las muchas fantochadas mediáticas que hoy acompañan el trabajo político. Si la señora Santana cree que su trabajo como diputada es mejor sintiendo por un día lo que sienten las limpiadoras de piso -o los taxistas, los pescadores, las enfermeras de urgencias, los cabreros, o las azafatas de congreso- y quiere regalarse la experiencia durante unas horas, me parece muy bien. El saber no es nunca malo, aunque es muy distinto ayudar a limpiar durante un día de trabajo, que romperse la espalda haciéndolo durante años. Pero algo habrá aprendido, sin duda, la señora Santana: trabajar, aunque sea unas horas, resulta muy pedagógico. Lo que me parece una pura operación mediática es ir a hacer camas y limpiar pisos acompañada de cámaras para difundir luego la hazaña.

 

 

 

La política se nos está llevando de gente que cree que aquí todo es dar con el 'relato' adecuado, y si es con imágenes, mejor, porque una imagen vende más que mil palabras. Me parece tan idiota ver a un grupo de políticos en primera página con sus espadas láser, como la foto de Noemí aventando las sábanas. La diferencia es que en la foto de las espadas sabemos instintivamente que se trata de una gansada, mientras en la segunda alguien nos quiere colar gato por liebre, y sacarle rendimiento político y social al sufrimiento laboral de un colectivo.

 

Hay formas y formas de hacer patente un problema ante los ojos de la gente. Aplaudo a la senadora de Nueva Canarias, María José López Santana, que con una intervención parlamentaria forzó un encuentro de Rajoy con las camareras de piso, y supo mantenerse al margen de las fotos. Eso es hacer trabajo político, con seriedad y responsabilidad. Lo de Noemí Santana es puro turismo social, y sus fotos una frivolidad, que convierte en espectáculo el sufrimiento ajeno. Una tomadura de pelo al esfuerzo duro y mal pagado de miles de mujeres que se dejan la piel todos los días en su trabajo.

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