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Nuevos socios del club de los 'ofendiditos'

 

  • Redacción NoticiasFuerteventura
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    Nos hemos convertido en una sociedad tan sensiblera y hasta cierto punto idiota que de cualquier cosa que se diga o hagas puede salir alguien que se sienta ofendido. Da igual la temática, las redes sociales y los medios de comunicación en su frenética lucha por hacerse con lectores y buscar el “Me gusta” fácil con el que luego presumir ante agencias de publicidad y clientes. Siempre comento a mis clientes que buscar notoriedad es muy sencillo. Basta con hacer alguna barbaridad y que te filmen y colgarlo en las redes. O pasearte desnudo en una plaza pública para disponer de tu segundo de gloria y millones de visualizaciones. O de mil maneras más o menos rebuscadas y pensadas. Lo difícil, les insisto, es destacar con un discurso sólido, con una causa (política, social, empresarial o cultural) que genere el deseo de pertenecer a ella. Muchos desisten. Y no me extraña.

     

    Por eso me pareció fresca, valiente, efectista y un poco golfa la campaña de las pasadas Navidades de la agencia McCann para Campofrío, dedicada a los ofendiditos, esa nueva categoría social que nos amenaza con un supuesto y huxleysiano mundo, donde resulta imposible expresarse con soltura y libertad sin que alguien se sienta aludido, en negativo. Y, pero aún, con capacidad de armártela hasta tal punto que empieces a creer que eres tú el que tiene que pedir disculpas y no el (ellas o elles, elijan lo que más les guste -u ofenda-), que es, según mi opinión, quien tiene el cable cruzado en la sociedad paleta, facilona y buscadora del halago fácil en que nos estamos convirtiendo.

     

    Con todo el acierto, la autocrítica y la necesidad de reflexionar por la mejora de la industria principal de las islas, la patronal turística Ashotel lanzó una campaña para sensibilizar a los trabajadores de hoteles y a todo al que aspire serlo en la necesidad de saber idiomas. Es un asunto de crucial importancia. Nos comen Turquía, Grecia, Túnez, el Mediterráneo, Caribe, vamos, por todas partes. Les invito a que vayan alguno de estos destinos y comparen sus hoteles, servicios y, sobre todo, precios, con nosotros. En nuestra cabeza se ha instalado el karma de que los turistas van a seguir viniendo. El duro invierno europeo siempre nos proveerá de una importante masa crítica. No se equivoquen, habrá muchos millones que no lo harán, si no nos ponemos las pilas.

     

    Y de eso, de la necesidad imperiosa de saber dos y tres idiomas entre los trabajadores de Recepción, Pisos y resto de personal de hoteles y apartamentos (y los que aspiran a un puesto como ese en el futuro) va la campaña de Ashotel. Con toda la buena voluntad, con sentido autocrítico, con humor y con la responsabilidad de actuar ante las carencias (muy graves) que aún lastran a nuestra industria. No seamos ciegos. Es un auténtico escándalo que en una comunidad altamente dependiente del turismo, con África al lado y 15 millones de turistas cada año, no seamos bilingües, cuando lo mínimo es que fuéramos trilingües. Y no hay nada de malo en reconocerlo. Sí lo hay en no haber hecho nada en los últimos 30 años. Pero nunca es tarde para ponerse las pilas.

      

    Al amparo de esa campaña han saltado enseguida las kellys y su club de palmeros (sindicatos y medios de comunicación iletrados o, peor aún, muy listos, veteranos e ilustrados, pero malintencionados en busca del aplauso inmediato y facilón), creándole talproblema de reputación digital y mediática a la patronal tinerfeña que terminaron por retirar el spot, muy injusto. Sin razón ninguna. Sin capacidad de autocrítica. Sin respeto a la libertad del otro. Sin importarles que el dinero de su salario se lo está jugando el dueño del hotel donde trabajan, no ellas. Pues eso, bienvenidas al club de los ofendiditos. Y, de paso, aprendan idiomas.

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