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Nunca antes

Francisco Pomares

 

La consejera Rosa Dávila envió ayer un comunicado con una suerte de resumen de su gestión al frente de la consejería, asegurando que "nunca antes un Gobierno en Canarias había conseguido tantas cosas en tan poco tiempo". Dávila se suma con esta declaración autopropagandística a esa tendencia al adanismo que caracteriza a los políticos de hoy. "Nunca antes", en términos prácticos, lo diga Rosa Dávila o Ada Colau, lo que quiere decir es que los de antes lo hicieron siempre (antónimo de nunca) peor que los de ahora. Y eso es rematadamente falso. El primer gobierno del presidente Clavijo -que es al que se refiere la señora Dávila, porque el otro aún no ha sido nombrado- ha durado menos que un caramelo en la puerta de una escuela, se ha movido en una situación de creciente inestabilidad interna, ha provocado distintas crisis institucionales, una a cuenta del gasto en la sanidad pública, con rectificación pública del presidente, y otra -gravísima- en la gestión del reparto de fondos que eran de titularidad del Gobierno. Y eso, además de haber logrado concitar una animadversión casi unánime de las instituciones de Gran Canaria. Para ser un Gobierno que ha conseguido muchas cosas en muy poco tiempo, también habría que añadir entre las cosas que se han conseguido las malas, que son unas cuantas, y algunas de ellas responsabilidad de la frivolidad y escaso talante con que se han afrontado asuntos importantes.

 

¿Nunca antes? No. Sin necesidad de apartarse del partido de la señora Dávila, el Gobierno que presidió Manuel Hermoso logró éxitos importantísimos -de mayor calado que los que haya podido soñar Rosa Dávila- en materia de reconocimiento de las especificidades canarias en Europa, y en relación al REF, de los que esta región lleva años viviendo. Considerar como "histórica" la suspensión de la compensación por el IGTE demuestra el concepto pedestre que tiene la consejera de la Historia: el Gobierno de Zapatero redujo esa compensación un 50 por ciento y nadie consideró que esa medida -rematada ahora por el PP con un ahorro idéntico- fuera "histórica". Lo que ha sido -más que histórico- bastante histérico es el circo de tres pistas que se ha montado en Canarias con un reparto que primero se llevó el buen rollito por delante y luego defuncionó al propio Gobierno y el "mejor pacto posible para Canarias".

 

En fin, lo que probablemente quiere decir la señora Dávila es que en este año y medio se logró mejorar la relación con Madrid y entenderse con el gobierno del Estado con fluidez. Eso es muy cierto, aunque también lo es que para ser alguien -como doña Rosa- que estuvo en los dos anteriores gobiernos de Paulino Rivero, y en el anterior de Adán Martín, tampoco debería ser especial motivo de orgullo que los anteriores lo hicieran mal. Ella sabe -por experiencia y años de estar ahí- que las condiciones cambiantes de la política pueden ser mucho más importantes a la hora de presentar un balance satisfactorio que el esfuerzo o el acierto. No digo que una parte del mérito de que Moncloa esté más pendiente y atenta con Canarias no sea responsabilidad de los gestores canarios actuales, pero la clave está en el cambio de la situación política. Con sus peleas, Rivero y Soria ayudaron mucho a ponerlo más difícil en la pasada legislatura, pero conviene recodar que el PP tenía entonces una mayoría absoluta que le permitía hacer lo que quería. Y hoy no la tiene.

 

 

 

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