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Pataletas en el PSOE

 

Francisco Pomares

 

Dicen que andan revueltos los sanchistas del PSOE de Tenerife por el nombramiento de Elena Máñez como delegada del Gobierno en Canarias, y han decidido retirarle el apoyo al actual secretario general, Ángel Víctor Torres, si finalmente se presenta a las primarias para ser candidato a la Presidencia del Gobierno en las próximas elecciones regionales. La verdad, parece un enfado un poco impostado. Primero porque no pueden quitarte lo que nunca te han dado: el sector sanchista de los socialistas tinerfeños -minoritario- apoyó a Torres para la Secretaría General, pero nunca explicaron que ese apoyo se haría extensivo a la candidatura a la Presidencia. Tampoco recuerdo haber escuchado a ninguno de los portavoces del grupo no sanchista de Tenerife decir que no votarían al secretario general en las próximas primarias. En el PSOE, cada proceso electoral se mueve por mecanismos bien distintos, las familias y facciones no son ejércitos cerrados, se recolocan con extraordinaria facilidad. Eso por un lado, por otro, hasta la mona Chita sabía que Elena Máñez sonaba como candidata más que probable a la Delegación del Gobierno. Es una persona muy de la confianza de Torres, y respondía al perfil solicitado por Moncloa: mujer, con currículo académico -estudió Historia- y con experiencia de Gobierno?

 

La pataleta de los sanchistas tinerfeños no es tanto por este nombramiento sino por la percepción de que en el PSOE de Torres las cosas al final van a ocurrir más o menos como ocurrían en el de José Miguel Pérez: aquí y ahora no hay dos PSOE, uno mayoritariamente sanchista, y otro que apostó por Susana Díaz, y en el que se significaron la mayoría de los alcaldes del Sur de Tenerife, Patricia Hernández, Carolina Darias y casi todos los cargos públicos, convencidos (como todo el mundo, por otro lado) de que Sánchez no iba a ganar frente al aparato del partido. Y ganó. Los que apostaron por él creen que ahora los repartos de canonjías y puestos deben hacerse en agradecimiento a ese apoyo, renunciando a los acuerdos de carácter territorial, y atendiendo las exigencias faccionales. Más que preocuparles que Máñez sea grancanaria (de hecho es tinerfeña, y ha vivido en Tenerife más de la mitad de su vida), lo que les preocupa es que Torres quiera negociar con Pedro Martín la presencia de otros cargos en la Isla, como la ZEC, que podría ser para Antonio José Olivera, un economista que trabajó como asesor de Patricia Hernández, o la Subdelegación, para Aarón Afonso, exconsejero del Gobierno regional. Ambos son dos buenos candidatos, y no parece sensato que se les excluya solo porque la gente de Pedro Ramos -que controla La Laguna, pero es minoritaria en Tenerife- quiera su premio por haber apoyado a Sánchez. Lo razonable es que Torres negocie los puestos de Tenerife con la insular del PSOE tinerfeño. Y eso es lo que -razonablemente- ocurrirá con el resto de la pedrea.

 

Que por cierto, a ver si nombran algo ya de una vez a Héctor Gómez, que parece el hombre un alma que vaga en pena a la espera de ser señalado por Sánchez. El viernes pasado no logró ser secretario de Estado de Turismo, le ganaron la mano los mallorquines, y parece que se cogió un berrinche monumental, porque ya lo había dado por hecho ante todo el mundo. Y es que en estas cosas es mejor quedarse callado y no decir nada, que los nombramientos los carga el diablo.

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