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Poncio Morales

Francisco Pomares

Denuncia Antonio Morales que Gran Canaria ha pasado en los últimos 35 años de ser la primera isla de Canarias en renta per cápita a ser la cuarta. Y resulta que es cierto. Lo que no es cierto es que eso haya ocurrido por culpa de la Autonomía y porque los gobiernos regionales trabajan por Tenerife, como argumenta Morales. Morales no es muy original: copia el discurso de Manuel Hermoso cuando quien gobernaba era Saavedra y Tenerife no progresaba porque Saavedra solo miraba por Gran Canaria. La historia se repite: pero lo peor del discurso de Morales no es que sea tan mendaz como lo era el de Hermoso en el 87, ni que suponga otra vuelta de tuerca al insularismo que sustituyó en Canarias al pleito provincial en el que estuvimos instalados desde el 27 hasta el 82. En política, cada cual cultiva su propia huerta, y es política crear ficciones poderosas que movilicen a la gente. Lo hizo Hermoso y lo hace Carlos Alonso (también) cuando nos recuerda un día sí y otro también que la culpa de los atascos de las carreteras es de que los dineros se gastaron en hacer la circunvalación de Las Palmas.

 

Por eso, lo que me preocupa del discurso de Morales no es lo que dice, sino que se lo crea: porque si la renta grancanaria ha sido superada por la de la mitad de las islas en los últimos cuarenta años -más o menos- no ha sido por la existencia de la Autonomía, sino por el cambio del modelo económico que se produjo en las Islas con la pujanza del turismo y la reducción del sector comercial. No hay que darle muchas vueltas: basta con apuntar que el déficit comercial en las Islas ha crecido tanto, que en 2014 tocó fondo en la serie histórica, que abarca desde 1995. El comercio -un sector que tuvo extraordinaria importancia en el PIB grancanario desde 1950- se ha hundido. Eso lo sabe hasta un pibe de bachiller. Lo que ha hecho que la renta per cápita de Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura supere a la de Gran Canaria es la pérdida del comercio y su sustitución por el turismo. Pero resulta que en Gran Canaria, el turismo había comenzado antes, creció con potencia en los años 70, y su oferta es hoy menos moderna y rentable que la de las islas que desarrollaron la suya después, y que son precisamente las que se han puesto en cabeza.

 

Esa es la explicación.

 

Pero, de todas formas, ¿de qué estamos hablando? Estamos hablando de cifras impostadas, presentadas para justificar un discurso: dos islas -Lanzarote y Fuerteventura- en las que el turismo representa toda la economía, y una isla -Tenerife- que se mueve en datos muy próximos a los de Gran Canaria. Morales está construyendo un argumento político, como hace Alonso con el mantra de las carreteras, pero haría bien en revisarlo. Al menos en lo que se refiere a la distribución interior de la renta: el verdadero problema de Gran Canaria no es que Tenerife o las islas de su propia provincia estén por delante en materia de renta. El problema es que la brecha entre pobreza y riqueza, tanto territorial como socialmente, es cada vez más grave en Gran Canaria. ¿Es también eso culpa de la Autonomía? ¿O es fruto de una deficiente gestión interna de los recursos? ¿De una clase política más preocupada por ese liderazgo televisivo, ferial o deportivo, añorado por Morales, que de resolver las desigualdades de sus ciudadanos? El problema de creer que se defiende al territorio y no a las personas concretas que lo habitan es que uno acaba por convertirse en un Poncio.

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