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Tinto de verano

 

Por Alex Solar

  

Doy la bienvenida al verano, aunque a mí no me gusta el calor. Obviamente, me dirán Uds. que “en invierno, también, hace frío”. La diferencia es que, según opiniones autorizadas (por ejemplo, la gente sin techo que vive en la calle o bajo un puente) cuando baja la temperatura te abrigas y asunto solucionado, pero cuando hace calor no sacas nada con quitarte ropa , no hallas donde meterte, como no sea en un local con aire acondicionado. Supongo que por eso las galerías comerciales y otros lugares donde refrigerarse es gratis, están siempre tan concurridos.

 

Del verano me gusta una cosa y es ese famoso invento tan español del “tinto de verano”, que es un primo hermano pobre de la sangría, pues con un refresco de limón, hielo, vino del baratito y un poco de Martini, lo tenemos arreglado. Dicen que un español en el extranjero pidió al barman esta bebida tan “exótica” y le preguntó en qué consistía. Como dijo que en “vino con limón”, le trajo un vaso de vino blanco con una rodaja de adorno. Se non e vero e ben trovato, como suele decirse.

 

Refrescante como el tinto de verano es este estío que comienza con algunas imágenes nunca vistas, como que un ex presidente regrese a su profesión habitual y no entre en una puerta giratoria , y tampoco quiera transformarse en un charlista vendedor de humo a tantos miles de dólares la sesión, como otros. Este gesto lo honra a Don Mariano, que en Santa Pola se ha arremangado la camisa y se ha quitado la corbata para disfrutar del sol levantino.

 

Lo demás, tal como auguraba hace un par de semanas oficiando de profeta pesimista, sigue como siempre. El Pacto de Toledo en compás de espera y sin noticias de Gurb, mientras en el Partido Popular se prepara la lucha en resbaladizo barro de las super mujeres en busca de un solo destino. Dos señoras, un veterano , algunos bisoños y un casado, que a este paso va tener que cambiar en su apellido la “s” por la “z”.

  

El Resucitado inauguró los jardines palaciegos de corto, con una vieja camiseta muy “vintage” y con perro incluido, que siempre queda muy bien en la foto como demostraron tantas veces Obama o algún inquilino del 10 de Downing Street. Quedó bien, igualmente, de traje oscuro y corbata encendida en la famosa entrevista, en una actitud corporal estudiada, nada dominante como analizaron los expertos. Se ve que tiene un buen asesor de imagen, pero tendrá que hacer algo más para comunicar credibilidad a sus gobernados, que estamos esperando que además de predicar suelte un poco de trigo o “mosca”. Se lo están exigiendo los valencianos en el Congreso, que ya le están pasando factura con el voto de apoyo. Y los catalanes, que tampoco van a la zaga. Y yo, que soy pensionista.

 

Otra cosa que detesto del verano es la programación televisiva, que al horror habitual de los realitys de todo tipo agrega otros más “livianos”, ya que se supone que todo el mundo está de vacaciones y no quiere otra cosa que dormir la siesta o tomar el sol en la playa. Afortunadamente para las televisiones está el Mundial, que les garantiza audiencia, lo mismo que a los bares les garantiza parroquianos.

 

Como a mí no me gusta el fútbol, lo paso mal por partida doble y no me queda más remedio que refugiarme en mis lecturas y escuchar música. Por cierto, he vuelto a escuchar a Sabina, el hombre que inventó Madrid y cuya añosa y aguardentosa voz se apaga con peso de los años y las miles de noches al límite, al borde del suicidio etílico . También a Leonard Cohen, el trovador del zen, que supo como nadie que el sexo era divino y que beber, más que un pecado, es otra forma de conjurar la desolación de este valle de lágrimas: “Nadie sabe por qué corre el vino”, dice en uno de sus versos memorables que recoge un libro que su amigo Alberto Manzano escribió en su memoria (Leonard Cohen y el Zen).

Brindo por el verano, por sus fuegos renovados y porque Uds. lo disfruten como puedan y quieran. Salud.

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