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Una oportunidad en las Dunas de Corralejo

 

Editorial

 

La reapertura de la carretera FV1 a su paso por las Dunas de Corralejo nos deja esbozado de nuevo el debate casi existencial entre la calidad y la cantidad; conformismo y riesgo; pasado y futuro; excelencia o comodidad...

 

Veamos.

 

Por un lado tenemos varios argumentos de peso (y cantidad) que justifican la reapertura de la carretera a todos los efectos.

 

A saber: que nos gusta llegar a la playa en coche; que los vecinos de los alrededores necesitan la vía para acortar unos kilómetros sus trayectos; que a los turistas les gusta ir en carretera de asfalto entre las dunas; que no podemos pretender hacer caminar largas distancias para ir a la playa; porque Las Agujas o los Hoteles perjudican más a a dinámica de la arena que la carretera; y hasta que si la cerramos ya no podríamos disfrutar de ese espacio privilegiado de forma cómoda.

 

Finalmente, hay otra justificación muy socorrida: ¿por qué no cierran otras carreteras en otros sitios y tiene que ser justo ésta? O ¿por qué no prohíben antes otras construcciones mucho más agresivas con el paisaje?

 

Bien.

 

Por el otro lado tenemos algunos argumentos cualitativos.

 

Vamos allá: el pretendido cierre no tiene que ser total;  restringir sólo el tramo entre la rotonda de los hoteles y la de Parque Holandés; se puede habilitar un acceso limitado; instalar un servicio de guaguas para llegar a las playas; facilitar el paso con bicis, taxis o vehículos adaptados; cobrar el tránsito a los turistas y dejarlo libre a los residentes; y construir un enlace desde Parque Holandés a la autovía para facilitar el desplazamiento a Corralejo.

 

En fin, argumentos hay de todo tipo en un sentido y en otro. Pero lo que quizás ha faltado desde el primer momento es responder a la pregunta de ¿Para qué? Con su permiso lo intentaré.

 

¿Para qué servirá dejar el tránsito por la carretera libre, tal y como ha estado hasta ahora? Pues para seguir igual que hasta ahora. Para que nada cambie. Para que tengamos lo mismo (o peor si la afluencia de vehículos aumenta). Y eso es perfectamente legítimo, por cierto.

 

Y ¿para qué servirá limitar el tránsito y buscar otras fórmulas de acceso? Pues no lo sabemos seguro, pero sí que abre al menos la posibilidad de crear una espacio de ocio, deportivo y natural de referencia. Un sitio en el que los bañistas y deportistas puedan disfrutar de la costa sin tráfico de coches a la vista. Una gran área tranquila, sin ruidos. A la que se pueda acceder en bici, caminando, o en vehículos adaptados. Sólo mar, arena y personas. Y eso es igual de legítimo.

 

Usted verá. Las opciones son sencillas: o más de lo mismo, o buscar algo mejor.

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