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Crece la preocupación por el impacto visual y natural de los parques eólicos

Nereida Calero defiende “infraestructuras energéticas en suelo energético o industrial” no en el medio rural o natural

 

  • Redacción NoticiasFuerteventura
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    La diputada del Grupo Nacionalista Canario por Fuerteventura, Nereida Calero, subrayó ayer en el Parlamento de Canarias la necesidad de “aprender y corregir posibles errores” con respecto a la instalación de infraestructuras energéticas, parques eólicos o plantas de producción, en suelos rústicos o de alto valor paisajístico y natural.

     

    Indicó al consejero de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas, Narvay Quintero, que “existe un reglamento que regula la instalación de parques eólicos, y lo que pretendemos es pedirle que estudie con la Consejería de Industria la posibilidad de introducir alguna cláusula que establezca que este tipo de suelos serán la última opción, o que se pedirá antes a los ayuntamientos las zonas prioritarias para su implantación”.

    Aclaró que “estamos totalmente de acuerdo con la instalación de energías renovables. 100% de acuerdo”.

     

    Pero eso no impide para que cada vez se extienda más la preocupación por la forma en la que se está haciendo: “facilitando el interés empresarial privado por encima del social y local. Aplicando criterios que no han sido razonados con los pies en las gavias, sino en un despacho. Y convirtiendo parte de la isla, paisajes de gran valor para nuestros habitantes y visitantes, áreas rurales... en solares para instalar equipos energéticos”.

     

    Reconoció posibles errores al priorizar de cualquier manera las energías renovables, porque “las infraestructuras energéticas deben ir en suelo energético o industrial. Porque son eso: industria”.

     

    Recordó que las gavias, “que no pueden estar sino allí a donde llega el agua; las tierras de cultivo, que no pueden ser otras que las más productivas;…. son para plantar y para que paste el ganado. Y los espacios naturales más vírgenes para respetar los ecosistemas”.

     

    Pero lo peor de todo, concluyó, “es que encima los propietarios pueden ser expropiados en contra de su voluntad, al declararlos de utilidad pública. Corremos el peligro de destruir el paisaje y acabar con suelo agrícola”.

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