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El burro majorero, la nueva mascota

Cada vez proliferan más en  Fuerteventura los criaderos de burros majoreros. Gente anónima que decide cuidar en sus granjas a estos dóciles animales como animal de compañía

 

Redacción NoticiasFuerteventura

 

En 1450, la raza se introduce en Fuerteventura a través de los conquistadores asentados en el archipiélago, los cuales regían en la isla desde el año 1405, y que en sus incursiones al continente africano fueron trayendo animales del noroeste de esta región. De esta forma, aunque la raza posee ascendencia africana, y debido a la cantidad de años transcurridos desde su introducción, se ha ido adaptando perfectamente al las condiciones ambientales concretas de la isla, como son las elevadas temperaturas y las escasas precipitaciones, así como a los terrenos semi-desérticos y volcánicos.

Estos animales traídos a Fuerteventura, aumentaron tan pronto que se criaron salvajes en las montañas, e hicieron tanto daño a los nativos, comiéndose su maíz y otros cereales que, en 1591 se vieron obligados a reunir a todos los habitantes, con perros, en la isla, para dedicarse a destruirlos; en consecuencia mataron a no menos de mil quinientos. Desde entonces no ha habido en la isla más que los necesarios para ayudar a los habitantes.

 

El burro adquirió gran importancia en el medio rural canario, debido a que en islas semidesérticas y llanas como en Fuerteventura, los animales de mayor tamaño o menos rústicos que el burro encontraban problemas para adaptarse, tanto por la dificultad para desenvolverse como por los requerimientos de una alimentación más selecta que muchas veces era difícil de proporcionar. De esta manera el burro majorero puro en Fuerteventura y cruzado en mayor medida en el resto de las islas, tuvo un papel preponderante en el desarrollo de Canarias. Esta situación se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX, momento en el cual comienzan a suceder una serie de acontecimientos que relegan al burro majorero a un segundo plano. Se empiezan a mecanizar las tareas en el campo, comienza hacerse uso de medios de transportes que ayudan a trasladar la carga de una forma más rápida y segura, la población isleña deja de estar tan dispersa y comienza a concentrarse en ciudades; lo implica que el medio rural comienza a quedarse despoblado y sus modos de vida a perderse. De manera que el ámbito en el que el burro poseía utilidad desaparece en gran parte.

Todos estos factores hacen que a día de hoy, la raza majorera no supere los 200 ejemplares, y junto al resto de razas de burros oficialmente reconocidas en España, fuera incluida en el año 1997 en la categoría de “razas en peligro de extinción”, al actualizarse el Catálogo Oficial de Razas de Ganado de España.

 

CRIADEROS DE BURROS

Pero parece que la entrada al nuevo siglo, ha modificado estos hechos. Ahora proliferan cada vez más, criaderos de burros. Personas que deciden cuidar y mantener a estos tranquilos animales tan solo por hobbies.

Es el caso de Carlos Arocha. “Empecé porque desde pequeño habían burros en mi casa, lo tenían mis abuelos, mis tíos y siempre los he querido tener. Son animales que además los llevas a romería y hasta los niños se divierten con ello”.

Unos animales muy tranquilos, que no requieren de muchos trabajos. “El burro es un animal bastante resistente, puede cargar cerca de 200 kilos. Les hecho de comer dos veces al día, no es un animal que necesite de cepillado y son muy buenos y dóciles, solo cuando los machos están en celo suelen ser más peligrosos”.

Pero esta actividad, que realiza cada día, no está exenta de sufrir las consecuencias de los más desalmados. A menudo, sufre el robo de sus crías.  “Están continuamente llevándose las crías, cría que nace antes de los 15 días ya no la tienes. A veces esos burritos que roban no llegan a sus propios dueños. Pero tienen tanto delito el que lo vende como el que los compra”.

A día de hoy y al igual que Carlos, hay una treintena de criaderos de burros diseminados  por la isla, comprendidos sobretodo en los municipios de la Oliva, Tuineje y Puerto del Rosario. Una actividad que está ayudando a fomentar la conservación de una raza, que cuenta además desde hace años con la Asociación el Grupo para la conservación y el fomento del Burro Majorero, financiado por diferentes organismos oficiales. Su objetivo es establecer un estándar racial y con ello iniciar el consiguiente libro genealógico, para posteriormente desarrollar una efectiva conservación genética de esta raza autóctona majorera. Que servirá para que las futuras generaciones conozcan lo que hace muchos años era una pieza fundamental en las labores del campo majoreras.

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