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Las viviendas vacacionales copan Fuerteventura

Pueblos como Lajares se han convertido en lugares prohibitivos para los locales,  "es el paraíso del vacacional y los nuevos residentes” tras la COVID 19

 

  • Redacción NoticiasFuerteventura
  • foto Google buscador vivienda vacacional Lajares

     

    La pandemia aceleró algunos modelos que parecen haber venido para quedarse en relación a la industria turística, y la vivienda vacacional es uno de los más beneficiados, hasta el punto de convertirse en uno de los mayores consumidores de suelo de la isla, a la vez que un punto de desequilibrio en cuanto a la vivienda en determinadas zonas.

     

    Los diferentes modelos de turismo de teletrabajo que se encargó de vender con vehemencia tanto el Gobierno de Canarias, como el Cabildo de Fuerteventura conseguía maquillar resultados turísticos, pero a la vez crearon el caldo de cultivo de ocupación de vivienda de  negocios relacionados con el alquiler vacacional y de europeos con “mayor poder adquisitivo”.

     

    Casas que son hoteles se multiplican como hongos bajo la denominación de Surf Camps, que se convierten en minas de oro para promotores urbanísticos y dueños del suelo, que convierten al norte de Fuerteventura en el nuevo dorado de este tipo de negocio.

     

    En este sentido un informe elaborado entre organizaciones de Lanzarote, Ibiza, Menorca y Fuerteventura muestra el impacto que la COVID-19 tuvo en estos territorios. 

     

    Así, después de que el Gobierno decretara el 14 de marzo el estado de alarma y los turistas volvieran a sus países de origen, se dio una imagen inédita en el archipiélago canario -que vive del turismo durante todo el año gracias a su clima- con sus bares, restaurantes, hoteles y playas completamente vacíos de turistas,  con una caída del 69% en Fuerteventura.

     

    Según el informe, el máximo histórico se alcanzó  estas cuatro islas ,en 2017, con más de nueve millones de turistas en total. En 2020, en cambio, esta cifra apenas superó los dos millones y medio. Entre los datos que más llaman la atención, se destaca que ese año no llegaron cruceros a Eivissa y Menorca, mientras que en Lanzarote y Fuerteventura se desplomaron. Las instituciones se afanaron en tirarse a un nuevo tipo de viajero surgido de la pandemia, el nómada digital. "Alto poder adquisitivo y un ordenador, con esas claves se vendía, y se vende Fuerteventura a personas que se convierten en residentes cotizando en sus países de origen y usando todos los servicios sin pagar ningún tipo de impuesto que mejore nuestra isla, no como el resto de residentes que si que paga", explica Tomás Caraballo, sociólogo residente en Villaverde.

     

    Con muchos hoteles cerrados, en cambio, sí aumentaron, de esta forma,  las plazas en viviendas vacacionales. En Lanzarote, pasaron de 23.985 en 2019 a 29.349 en 2020; en Menorca, de 25.936 en 2019 a 27.931 en 2020; en Fuerteventura, de 20.300 en 2019 a 22.057 en 2020 y, en Eivissa, de 12.675 en 2019 a 17.938 en 2020.

     

    Los criterios para organizar dentro de la norma una vivienda en vacacional son muy sencillos. En su momento solamente se atendió a las criticas de hoteleros y dueños de complejos por lo que consideraban competencia desleal, pero la falta de atención de políticos y gobernantes ha convertido a cualquier persona en “profesional” del sector y potencial empresario.

     

    La solicitud de licencias para la construcción de casas unifamiliares se dispara en zonas como Lajares o Triquivijate, poniendo prohibitivo el suelo, financiando a los ayuntamientos locales y generando desigualdad y consumo desmedido del territorio.

     

    “Nadie parece darse cuenta del crecimiento y la perdida social, cultural, medioambiental de este boom inmobiliario asociado al vacacional. Nadie protesta desde las organizaciones ecologistas porque se mantienen cómplices en el modelo. Mientras, sigue disparado el crecimiento poblacional y la falta de vivienda asequible. Veremos qué pasa, pero no pinta bien”, afirma Tomas Caraballo.

     

    De esta forma encontramos la gran debacle de vivienda social para trabajadores o locales, detrás de los números está, como decimos,  la masiva turistificación de inmuebles, “lo que en determinadas localidades ha reducido al mínimo la oferta de alquiler para larga estancia. En este sentido las autoridades locales y regionales siguen haciendo oídos sordos a  la necesidad de planificación y coordinación de las instituciones para construir y promover, a la vez que a tratar de gestionar a este nuevo devorador de territorio”, sentencia Caraballo.

     

     

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