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  • Redacción NoticiasFuerteventura
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    La pieza separada Stratvs es el corazón del caso Unión. Sólo hay que fijarse en el juez y el fiscal que intervinieron al principio, los que dejaron la causa en el cajón para explotarla cuando conviniera, quiénes protagonizaron la acusación particular y sus conexiones con “fundaciones” y con un partido político que está muy lejos de la socialdemocracia con la que se blanquea electoralmente. Los mismos que en Unión.

     

    La sentencia de la parte civil ya abría el camino para la absolución de los doce incriminados en la parte penal. Doce, con peticiones de más de 100 años de cárcel; 15 años para el empresario Juan Francisco Rosa, que no ha hecho otra cosa que apostar por la excelencia, militar en la primera división de los que dejarán un perenne recuerdo cuando ya no esté con nosotros, evidenciar que es un camino de alto riesgo situarse en los márgenes del librepensamiento.

     

    Han sido 12 absoluciones. 12 de 12. Contundente, sin contemplaciones. El ridículo de la Fiscalía y del señor Stampa es de los que hacen época. Al igual que el de todos los que le inflamaron, le susurraron al oído, transformaron una discusión administrativa en la liquidación de una personas, sus empresas, su familia y su legado.

      

    ¿Y ahora qué? ¿Volver a la normalidad?... ¿Cuál es la normalidad cuando durante una década han intentado arrebatártelo todo con los artilugios más innobles? ¿Cómo se amortiza eso? Cuando un caso es político, y es político porque hay un partido –el que sea- detrás, jamás es un asunto limpio. Tenemos demasiados procedimientos en Canarias manipulados por la acción política y todos vinculados a las cloacas socialistas. Los jueces se intimidan, los fiscales devienen en chacales, las acusaciones particulares cruzan todas las veredas para llegar a jueces y fiscales con una facilidad extraordinaria, los medios afectos trocan en propagandistas del asesinato de imagen…, no se trata siquiera de tener razón, sólo de aparentar que se tiene.

     

    Ahí empieza un camino largo sin redención posible. Lo importante no es el juicio, es el viaje. El juicio es el final, pero si el juicio se hace con todas las garantías, si los jueces son serios y respetables, si los magistrados están dispuestos a aplicar la ley y no esa montaña de rumores, inventos, tergiversaciones, con los que se ha montado una historia diabólica, si los jueces atienden a las pruebas reales, al final ese juicio se puede ganar. Cuando el ruido se ensordece para dejar paso a los acontecimientos ciertos, la justicia resplandece y se termina el cuento chino. 12 de 12.

     

    Pero, ¿qué pasa con los inquisidores? ¿Cuánto daño económico, y en su prestigio, le han causado al Estado? ¿Y el daño humano, económico y empresarial causado a los víctimas?... Si la Justicia no se planta, si no se percata de que la utilizan para casos de filibusterismo político, esto seguirá ocurriendo. Alguien en su despacho determina: llevamos este asunto a este fiscal amigo. Llamamos a los periódicos, damos una rueda de prensa, apresamos a alguien. Cuando se sepa que es inocente ya le habremos destrozado su credibilidad.

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