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El descontrol inmigratorio daña la imagen de Canarias

 

  • Redacción NoticiasFuerteventura
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    Abordar la cuestión inmigratoria siempre es compleja, pero la realidad no se puede enmascarar porque, en los últimos meses, ha aumentado la llegada de cayucos y lanchas a Canarias, desde zonas subsaharianas, de forma descontrolada y con el riesgo que supone para la imagen turística de Canarias, por la pandemia del Covid19 que padecemos. Yo puedo entender la tragedia que viven las personas que viven en los estados al sur del Sáhara, pero esto es un problema internacional que compete a la Unión Europea y, sobre todo, al Gobierno Español, al tratarse del archipiélago canario. Lo que me sorprende es el desvío de llegada de cayucos o lanchas de la zona del mediterráneo y Gibraltar, a las islas.

     

    Canarias, como región ultraperiférica y comunidad autónoma, que tiene el sector turismo como locomotor económico, corre un gran riesgo de que su imagen cara al exterior se vea fuertemente dañada, provocada, fundamentalmente, por los medios de comunicación europeos, si los inmigrantes llegan contagiados con el Coronavirus Covid19. Pero, al margen de solidaridad y generosidad por la tragedia humanitaria, la pobreza o la corrupción existentes en muchos países africanos, lo que está claro, es que el descontrol por el aumento de llegadas de cayucos a las islas, hay que frenarlo urgentemente, porque Canarias no puede permitir una entrada masiva de inmigrantes, no solo por la imagen turística sino que ese aumento ha masificado las instalaciones habilitadas para ello. El problema está creando un desconcierto en los ayuntamientos y cabildos, que se ven obligados a improvisar zonas para ubicarlos y también en los centros de salud y hospitales, además del sobreesfuerzo por parte de los cuerpos policiales y la misma Cruz Roja y servicios de emergencias.

     

    El Gobierno de Canarias tiene que actuar firmemente y exigir al Gobierno Español actuaciones encaminadas a frenar el desorbitado crecimiento, de llegadas de cayucos subsaharianos, en los últimos meses. Una de las medidas urgentes es negociar con el Reino de Marruecos y Mauritania para controlar las salidas. Para ello, el Rey Felipe VI y el propio presidente, Pedro Sánchez, ha de organizar una visita a Rabat, para entrevistarse con Mohamed VI y su gobierno, en el intento de que las autoridades marroquíes se impliquen en profundidad para controlar a las mafias que desde la ex colonia española, el Sáhara Occidental, son las que organizan los “viajes” a Canarias. Los discursos simplificadores en comportarnos como “solidarios” no resuelven nada por sí solos y además Canarias no está preparada para esos flujos migratorios; y aquí no se trata de posturas etnocéntricas ni ir contra nadie, sino ser realista y pragmático, en el plano económico de las Islas Canarias. Si ya la terrible pandemia está dañando a la mayoría de las empresas, autónomos y familias canarias y residentes, no podemos permitir que una nueva “amenaza” provoque más inestabilidad a la frágil economía en la que estamos envueltos. Porque además de las epidemias que pueden extenderse, está el problema de seguridad para los propios habitantes de las islas y de los propios visitantes turistas que pronto empezaran a llegar.

     

    Los conflictos africanos y la desigualdad social y redistribución de riqueza, es un problema grave en un continente con más de mil millones de habitantes y con un alto grado de crecimiento demográfico. Pero corresponde a las grandes potencias occidentales y a los propios gobiernos africanos, mejorar las condiciones de vida, hoy muy precarizadas en muchos países del continente africano. Pero, por supuesto, que Canarias no puede cambiar el escenario socioeconómico y social y menos dejar las “puertas abiertas” para que sigan llegando, de forma descontrolada, inmigrantes irregulares, donde también se pueden colar potenciales terroristas, además del creciente tráfico de drogas, que en los últimos tiempos se detectan.

     

    Ya los ayuntamientos de Yaiza, Tinajo, entre otros, están poniendo el grito en el cielo y con razón, por la masificación; además temen que el “efecto llamada” provoque aún más la llegada de “cayucos”. Y, ciertamente, esto no se resuelve implantando más albergues o zonas para ubicar a los inmigrantes. Le corresponde al Gobierno de Canarias y al Estado Español resolver unas cuestiones que sobrepasa a lo municipal, insular y, si se quiere, a lo autonómico. El pueblo canario y residente puede tener una mirada solidaria y de cooperación, pero la realidad a la que nos enfrentamos, tiene una relevancia de extrema preocupación si no se detiene el flujo migratorio a las islas. En este contexto, solo quiero advertir que la “tragedia” que pueden vivir millones de habitantes africanos, no se traslade a las Islas Canarias que ya se constata una crisis económica de envergadura, por la pandemia global.

     

    Con sus luces y sombras, Canarias se prepara para abrirse de nuevo a la llegada de turistas, única forma, para, paulatinamente, estabilizar una economía que, gracias a las políticas gubernamentales, por ahora, sirve para sobrevivir.

      

    Lo que nos deparará el futuro es una incógnita y viviremos un tiempo, con incertidumbres. Y siendo muy optimista, es posible una acelerada “recuperación” a medio plazo. Pero la seguridad, en todos los ámbitos, es prioritaria. Canarias, como región ultraperiférica de la Unión Europea, no puede quedarse “anclada” en medio del Océano Atlántico y frente mismo al conteniente africano, contemplando un crecimiento desorbitado del flujo migratorio y, a la misma vez, una pasividad intolerable del Estado Español y la propia U.E.

     

    Y la última noticia es que el número de desempleados en Lanzarote, asciende ya a 17.371 personas, sin que se haya recuperado ningún empleo a pesar del fin del Estado de Alarma. Y en Canarias está pasando algo similar. Los ERTES, las ayudas a los Autónomos y la Renta Mínima Vital, por parte del Gobierno Español, ha sido un gran acierto, al menos para atenuar la terrible crisis económica. Incluso, la propia presidenta del Cabildo de Lanzarote, Loly Corujo, ha declarado a la isla un “estado de emergencia” para los más vulnerables y sin poder adquisitivo para sobrevivir. Esto también es plausible.

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