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El president Torra, pirómano y troglodita

 

  • Redacción NoticiasFuerteventura
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    El rumbo que ha tomado Cataluña, después de conocerse la sentencia del Tribunal Supremo, en referencia al llamado juicio del Procés, está alarmando a buena parte de la población del Reino de España, incluido a los ciudadanos residentes que se declaran independentistas, con perfil pacifista, en la Comunidad Autónoma catalana. Las revueltas y disturbios, provocados por grupos descontrolados y anarquistas oportunistas, constituye un coste muy elevado para la buena convivencia ciudadana, el comercio y el turismo. Estos sucesos evidencia la imposibilidad policial para controlar a determinados “comandos” minoritarios, bien organizados y entrenados en “guerrillas” urbanas, de los cuales muchos componentes, según los Servicios de Inteligencia e Información, han llegado de países extranjeros. Por ahora, se desconoce con exactitud a los promotores y entes que puedan estar detrás, para apoyarlos económicamente.

      

    El derecho a manifestase pacíficamente y la propia libertad de expresión, desaparecen cuando se implanta el caos en grandes urbes, como la ciudad de Barcelona y su provincia, que cuenta con más de 5 millones de habitantes. Y es obvio que una respuesta coordinada y firme, como hemos comprobado, supera la acción policial y los medios disponibles. Sólo en el área metropolitana de la ciudad de Barcelona, según el propio Ayuntamiento, los destrozos y robos, superan los más de dos millones de euros, sin contar las pérdidas en los comercios y sectores de restauración y hoteles. Son factores que están haciendo mucho daño a la economía de Cataluña y al resto de los territorios que componen el Reino de España. El cierre temporal de fábricas y empresas repercutirá, naturalmente, al empleo, circunstancia que los sindicatos deben de tener muy en cuenta y ofrecer mensajes del drama que puede suponer para la clase trabajadora, si los conflictos y algaradas grave continúan.

     

    Según múltiples analistas políticos, ya plasmaban, antes de dictarse la sentencia,   sus advertencias de lo que podía suceder, así como los servicios de inteligencia del Estado y del propio gobierno catalán. Pero aún así, el president de la Generalitat, Quin Torra, máxima autoridad en la Comunidad Autónoma y máximo representante del Estado Español en Cataluña, se comportaba y se comporta como un pirómano, caldeando el ambiente, mientras las calles y avenidas de Barcelona ardían. Yo ya le llamo el hombre de las cavernas o cavernícola, sinónimo de troglodita. Este personaje político desconocido, elegido por el prófugo, Puigdemont, no tiene la entidad que se exige a un gobernante y mucho menos sensatez intelectual. Porque aun respetando sus “sueños” e ideas, no puede nunca olvidarse del alto cargo público que ostenta, en un Estado Democrático y Social que goza el Reino de España. Además, es contradictorio, porque las competencias de orden público y policial, están transferidas a su propio gobierno. Es decir, se convierte en agitador de las masas y luego envía a su propia policía para reprimir los actos vandálicos. Lo percibo como un cavernícola o su evolución como Homo sapiens, no ha concluido. Las informaciones que dispongo, es que su socio de gobierno ERC (Ezquerra Republicana) que nunca ha ocultado su ideología de izquierda republicana, se está dando cuenta de la inutilidad de mantener al convergente Quin Torras al frente de la Generalitat, por lo que forzará su salida o la convocatoria de elecciones. Esta información la tiene el presidente español, Pedro Sánchez (PSOE) y sólo espera, con paciencia y moderación, los acontecimientos, a pesar del descontrol existente en Cataluña. Pero estamos en periodo electoral y cualquier medida a tomar, debe de analizarse en profundidad. Los votos de los socialistas catalanes (PSC) son muy importantes para ganar las elecciones del 10/N. Aunque nunca se sabe cuando se aspira a la calma, en tiempos de tormentas y huracanes.

     

    Sectores políticos y empresariales catalanes están pidiendo urgentes medidas del Gobierno Español, para atajar una crisis, en todos los ámbitos. Frenar a los radicales, delincuentes y mercenarios, además de las policiales, solo cabe acciones políticas que pasan por un cambio de gobierno en Cataluña, con un perfil pragmático y sensato. El partido de Junqueras, según filtraciones, se plantea un pacto con el Partido Socialista de Catalunya y Comú Podem y preparar unas elecciones, para después del 10/N en España. Son hipótesis que están sobre la mesa, porque estas acciones son las pocas que existen para favorecer la convivencia ciudadana y la propia economía. Ezquerra Republicana sabe que si no es capaz de desplegar, de forma urgente, políticas orientadas a un cambio de la gobernanza actual, sería también tachado de cómplice del caos que vive la sociedad catalana. También sabe que se exponen a la aplicación del 155 y la ley de Seguridad Nacional, si la situación se desborda a extremos límites, como ya casi está sucediendo. Y no soy alarmista.

     

    En Cataluña sobran pirómanos y trogloditas, para captar una amplitud de miras sobre una realidad, alejada de populismos demagógicos y actitudes radicales e irracionales. Sigo pensando que en Cataluña se vive un “fenómeno esperpéntico”. Y ya lo dejo hasta la próxima entrega, sin confiar en avances importantes para que la calma vuelva a la sociedad catalana. Espero equivocarme…

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