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La Bondad para 2020

 

  • Redacción NoticiasFuerteventura
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    Para 2020 reivindico la Bondad como una condición irrenunciable en cualquier política de gobierno, al mismo nivel que se contempla como un objetivo prioritario la Sostenibilidad, o sea, que se incluya y, sobre todo, sea percibida, como una necesidad imperiosa de la Humanidad como especie. Sí, tal cual. Que sea un principio activo e innegociable en cualquier programa de gobierno, sea del signo ideológico que sea, y ya sea política local, nacional o supranacional. Ya sé que esto será visto como una utopía por algún descreído, pero me da absolutamente igual porque hace tiempo que descubrí que la bondad y la inteligencia están estrechamente vinculadas y que la forma más encubierta de estulticia es el escepticismo de las personas demasiado convencionales.

     

    Así que, frente a lo acostumbrado, reivindico una gestión política audaz, con protagonistas interviniendo en los asuntos públicos que sean valientes de verdad, porque no hay mayor valentía que esforzarse en la bondad en tiempos donde se ensalzan como valores políticos sistémicos lo que en realidad son patologías de la naturaleza humana: la demagogia, el cainismo, la falsedad, el rencor, la mediocridad y el egoísmo, todas ellas las formas más sutiles de corrupción moral y mentira social normalizada, que damos por buenas. Yo creo, sin embargo, que no hay nada que le dé a una persona más poder que esforzarse en ir contracorriente y en dotarse de la más alta condición humana, la bondad, que no ese “buenismo” que nos otorga estatus ideológico cuando coreamos consignas políticamente correctas en manifestaciones multitudinarias, donde limpiamos nuestras conciencias al abrigo de las masa mientras nuestros hechos delatan de forma indubitable que nos importa un bledo ser incoherentes.

     

    Si algo da poder a un ser humano es esforzarse en lo que más le cuesta: dominarse a sí mismo, vencer las ganas de venganza, desarrollar la comprensión ante las debilidades ajenas (porque son las propias), superar nuestra indiferencia inercial ante la injusticia social (especialmente dolernos con los que no tienen ni los mismos derechos, y ni mucho menos privilegios como los nuestros), y sobre todo, emprender acciones de forma consciente que beneficien al resto de nuestros congéneres, y no exclusivamente a nosotros mismos. Claro que no es fácil, por eso es lo que nos da el verdadero poder. Los escasos referentes sociales que tenemos actúan no sólo con empatía, sino de forma consecuente con lo que dicen y con lo que piensan. No ser un cínico, no es signo de debilidad, es signo de bondad. Porque la bondad y la verdad son sinónimos. Al fin y al cabo, frente a la verdad objetiva (la de los datos y los hechos comprobables) ¿qué no es la bondad sino la verdad subjetiva? Seamos inteligentes: fuera de la bondad, tarde o temprano, el mundo está condenado a desaparecer.

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