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Una estrategia africana

 

No es la primera vez que Fernando Clavijo expresa su convicción de que el futuro de Canarias pasa por estrechar lazos con África. Lo ha dejado claro en su implicación directa al abordar el complejo problema de las migraciones, o en sus viajes oficiales a Mauritania o Senegal. Y lo volvió a remarcar ayer en Las Palmas, durante la presentación de la Estrategia Canarias-África de su Gobierno. Un proyecto que pretende convertirse en la hoja de ruta que consolide al Archipiélago como ejemplo y plataforma de desarrollo, prosperidad y paz en el Atlántico medio.

 

El interés y preocupación de Clavijo no es nuevo, arranca en su primera legislatura como presidente, donde dejó abierto un camino de relaciones y contactos, centrados fundamentalmente en Marruecos, Mauritania, Senegal y Cabo Verde, los territorios con mayor relación con las islas. Pero si antes se trataba de fomentar la presencia de empresarios canarios en nuestra vecindad continental, ahora el campo se amplía, y la intervención resulta más urgente. Más allá de las cifras -una balanza comercial favorable a las islas, con 328 millones en exportaciones frente a 174 en importaciones-, está en juego el posicionamiento de Canarias en un tablero internacional que cambia a gran velocidad. La salida de Francia del Sahel ha abierto la puerta a una alianza de conveniencia entre Rusia y varios regímenes militares del cinturón subsahariano. China, por su parte, ha hecho de la deuda su mejor arma, con miles de millones invertidos en infraestructuras a cambio de recursos estratégicos: minerales, tierras raras, y materias primas sin las que Europa no puede competir en la transición energética. En ese tablero, Canarias debe ser más que un destino para el turismo sanitario o un socio comercial. Los montes submarinos al este del Archipiélago albergan importantes yacimientos de telurio, clave para la tecnología verde, pero también la de uso militar. Si África cae bajo la órbita de China y Rusia -y eso es más que probable-, los recursos tendrán un valor estratégico. Mientras Europa ve cómo Rusia y China avanzan en su particular secuestro económico y geopolítico de África, Canarias tiene la oportunidad -y la responsabilidad- de intentar ocupar un lugar modesto pero propio en la geopolítica regional. África no es solo el continente del futuro, sino del presente más inmediato: con una población muy joven -el 42 por ciento de todos los jóvenes del planeta vivirán en África dentro de apenas cinco años-, y con un crecimiento económico sostenido, son muchos los países africanos que ofrecen oportunidades a las islas. Pero también plantean desafíos que requieren algo más que discursos: se precisa tener una visión, pero también hace falta planificación, decisión para apostar y arriesgarse, y compromiso para atender las apuestas el tiempo necesario.

 

Sin una estrategia definida, ni objetivos compartidos, la acción exterior de Canarias en África se ha limitado en el pasado a respuestas puntuales o iniciativas inconexas en una cooperación bienintencionada pero ineficaz. “Hasta ahora hemos ido a salto de mata”, reconocía ayer Clavijo. Se explica entonces la urgencia de aprobar un plan canario de actuación en África, antes que los próximos Presupuestos regionales, para poder garantizar respaldo económico a las nuevas políticas de cooperación. Se trata de poner en marcha acciones que impliquen a las instituciones, al sector empresarial, a las universidades y a la sociedad civil. Por eso, las políticas presentadas ayer se articulan en torno a varios ejes: el político, para reforzar la acción exterior del Archipiélago en el espacio atlántico-africano; el económico y comercial, para consolidar a Canarias como base logística y de internacionalización de empresas; y el educativo y científico, donde las universidades canarias juegan un papel clave como puente de conocimiento y formación de las élites futuras.

 

No es un camino exento de dificultades. El tratamiento de la emigración, la competencia con las infraestructuras marroquíes, la mejora de la conectividad marítima y aérea, o la necesidad de mantener una cooperación basada en la reciprocidad, el interés comercial y el respeto mutuo, son algunos de los retos más importantes. Pero hay que buscar algo más que mejorar las relaciones de vecindad, hay que aspirar a consolidar el Archipiélago como socio clave para el desarrollo de nuestro entorno africano, un aliado fiable en un momento en que el continente cede al poder duro de Rusia y el dinero de China.

 

Clavijo parece haber comprendido que Canarias no puede limitarse a observar lo que pasa: la estrategia africana de su Gobierno debe anticiparse a los movimientos de otros actores y garantizar que el Archipiélago tenga un papel propio en el futuro del continente. En un mundo donde quien no se arriesga acaba siendo relegado a un rol secundario, Canarias no debe permitirse el lujo de ser indiferente ante lo que está ocurriendo a nuestro lado.

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