Canarias y el mito de Sísifo
Meses ha estado el sector turístico canario, pidiendo, prácticamente suplicando, la exigencia, primero de un PCR para asegurar que los turistas que llegaran a Canarias lo hacían sanos y volvían igual de bien, y después un test de antígenos, como opción válida de control dado el alto precio del primero. Reuniones y encuentros que, de haber llegado a buen puerto mucho antes, habrían podido salvar la temporada turística de invierno en las islas.
Los representantes turísticos se han aburrido de repetir lo mismo: test en destino y origen. Desde el mes de junio llevan diciéndolo. El Gobierno de Canarias lo ha repetido una y otra vez, hasta la saciedad: el control y la seguridad es la única solución. Pero no ha tenido respuesta, más allá de largas y aplazamientos.
Cuando por fin, Ángel Víctor Torres se aburre del todo de esperar a un Sánchez sordo hacia las peticiones de Canarias, y da un golpe en la mesa sacando por su cuenta y riesgo la validez del test de antígenos en las islas, ha sido demasiado tarde.
Apenas 24 horas, con un bulo anunciando el cierre perimetral de Canarias por medio, nos ha durado la felicidad relativa. Si montamos un circo, nos crecen los enanos. Y sí, nos han crecido. Los ingleses han vuelto a echarnos por encima un jarro de agua fría cuando más felices estábamos pensando que ya, por fin, de una vez por todas, las cosas comenzarían a caminar por el camino correcto.
Pues no, los británicos, imaginamos que mirando los altos índices de contagio que tiene Tenerife, y obviando las magníficas cifras del resto de las islas, muy por debajo de la media nacional, han vuelto a imponer su famosa cuarentena. Y nos vuelven a dejar compuestos y sin novia, mirando de perfil como desaparecen las reservas que ya habían comenzado a subir.
2020 está dejando el mito de Sísifo, aquel que tenía como castigo cargar una piedra hasta la cima de una montaña y al llegar ver cómo caía la roca hasta abajo y repetir la misma hazaña, una y otra vez, sin descanso, en trabajo de aficionados.
Canarias lo está dando todo, poniendo toda la carne en el asador para reinventarse, tratando por todos los medios que su economía, tocada de muerte, no llegue a fallecer del todo.
Una tarea ardua la que tienen los gobernantes por delante. De momento, el sector turístico canario exige un plan urgente de rescate porque no pueden más. El 80 por ciento de la población canaria está afectado por paro o Ertes y cada vez que el turismo trata de sacar la cabeza del barreño en el que está hundido, vuelve a recibir un golpe.
De ésta, Canarias no puede salir sola. Necesita ayuda y la necesita ya. Cuanto antes.