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La elaboración de la Lata o Garrote, protegiendo la tradición

Hemos recuperado el enlace de you tube de uno de los mejores documentales sobre el efecto, que ya tiene algunas décadas

 

  • Redacción NoticiasFuerteventura
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    El proceso de elaboración de la lata comienza con el mantenimiento del propio tarajal, teniendo que podarlo para que la vara crezca con fuerza y lo más recta posible.

     

    «(...) cuando salía una vara derechita para arriba le dia quitando, porque eso echa muchos gajitos ansina, muchos gajitos por ahí para arriba. La íbamos limpiando con un cuchillo todos los gajitos estos chicos, se los íbamos quitando para que no echara gajos para los lados, la íbamos limpiando y salía el gajo derechito para arriba (...).» (Antonio Cabrera Morales, comisionado de Puerto del Rosario).

     

    «Pues las latas procurábamos de... desde que pegaba el tarajal a salir las latas de ir las preparándolas quitándole los gajitos y que siguiera para arriba y salían las latas derechitas, derechitas, en el tiempo de cortarlas, se cortaban en menguante (...).» (Agustín de León Soler, 1932, ganadero de Casillas del Ángel).

     

    «(...) hay que quitarle los hijos, que se llaman, eso tiene unas hojitas y de las hojas esas sale un retoñito. Eso se le va quitando, como a suponer, como el mimo ese [señala un mimo cercano]. Si usted le quita los gajitos esos que tiene sale más derecho y más fuerte y más fuerte entonces. Eso son las latas buenas, salen derechitas porque con los hijos esos viene el viento y las va cambando (...).» (Tomás Acosta Cabrera, 1943, comisionado de Antigua Norte).

     

    «(...) casi que sale así, si los cortas, si los tarajales se cortan, ya no, porque ya no se cortan ni nada de eso pero si se cortan salen varas para que sirvan.» (Vicente Hernández Santana, 1946, comisionado de Betancuria).

    Una vez que la vara del tarajal haya alcanzado el tamaño deseado se corta y se comienza a tratar el palo hasta convertirlo en una lata. En el caso de que la vara no sea lo suficientemente recta, presentando alguna ‘camba’, se le somete a un proceso con el que, a través del calor y el cebo de animal, preferiblemente carnero, se ablanda la madera y se le da forma con un tubo o depositando pesos encima con el fin de enderezarla. Una vez conseguido un palo recto, este se lija para alisarlo y conseguir el grosor deseado. Finalmente se le coloca una argolla y una punta de acero conocida como ‘puyón’ al final del palo, que es la parte de la lata que se clava en el terreno”, explican Allende y Edgard.

     

    «Los palos de tarajal se enderezan fáciles. Se les da cebo y calor y se hace de ellos lo que se quiera, dándole cebo, calentándola y apalancándola (...) que esté derecho que no tenga muchos huecos de estos, (...) sino es más malo para las manos y para enderezarlos, se suele partir. (…) después la cogemos y la apalancábamos por ahí, ahí fuera en el tubo aquel ¿no ves el tubo aquel que está virado para arriba? Ahí la voy calentando y después las voy apalancando y se quedan derechas (…) después le damos con un cepillo y después le damos lija de esa que tengo por ahí. Se queda ansina porque el mismo cebo y la calor después le da otro color distinto. Primero le doy el cebo, la enderezo y después le doy la lija (…) después le doy calor y cambia de color se queda como canela. Ustedes no han visto que en el salto del pastor le dan cebo para que se queden lisas y cojan más fuerza, no quemen las manos tanto (…) de cabra o de carnero, el de carnero es el mejor.» (Vicente Hernández Santana, 1946, comisionado de Betancuria).

     

    «(...) después, eso si está algo cambada los endereza con cebo y calor, eso se le da cebo bastante, cebo de res, y después se hace como una hoguera y se va pasando así, eso se va derritiendo el cebo ese y eso amorosa eso y entonces se endereza, se mete dentro de un tubo o calzado con unos palos, con unas piedras y a los pocos días le queda derechita, (...) se le da un cepillo, se cepilla con papel de lija o un cepillo y se deja limpita. El producto mejor que hay para eso es cebo de las mismas cabras, entonces se calienta y se le da cebo y con eso ya se queda ella. Eso se penetra algo en la madera y se queda ya, se te queda preparadita ya, se queda suave, cede si tiene que ceder y vuelve otra vez y se queda otra vez rígida, otra vez, igual que estaba, y después se le pone abajo una argolla y después se le pone el puyón. El puyón es un cachito de hierro para abajo con una punta y después arriba también se le pone una argollita para que no se raje y sea más...» (Tomás Acosta Cabrera, 1943, comisionado de Antigua Norte).

     

    «(...) después, cuando estuviera grueso así, la cortábamos y muchas cuando están cambadas, cuando tiene una camba la calientan en el fuego y la enderezan y le dan cebo y la enderezan, pero la que está cambada sigue cambada, hombre se enderezan pero no es lo mismo. Para calentarla, para que no parta, le das cebo y la calientas en el fuego para enderezarla porque ansina no parte, cebo de cabra, de macho, de carnero o de lo que sea, sí, sí, sí, le ponemos una argolla abajo, el puyón abajo, el puyón abajo con una argollita arriba y a darle clase y tenerlas a la sombra porque si no se echan a perder.» (Antonio Cabrera Morales, comisionado de Puerto del Rosario).

     

    «(...) con tarajal y si salía cambado, eso hacía usted por ahí una fogalera y la cogía y la iba pasando por encima del calor ese y la iba enderezando, la iba enderezando y la dejaba como una vela, derechita. Con cebo, le daba usted donde quiera y quedaba derechita. Cebo, cebo de macho o de una cabra que tuviera (...) Para que se amorozara el palo, no le poníamos nada más que eso, cebo y se le iba la calor esa y quedaba derechita. El puyón se lo poníamos de lo que nos parecían, éramos amañados... todos los que éramos pastores sabíamos poner un puyón para la lata y todo, cuando eso no se compraba, íbamos a una herrería de esas que habían antes y se lo hacían el puyón.» (Agustín de León Soler, 1932, ganadero de Casillas del Ángel).

     

    Hoy en día el tarajal se encuentra protegido y las autoridades de medioambiente persiguen a las personas que traten de cortar los tarajales, acabando de esta manera con la tradición de elaborar latas de tarajal tan valoradas por los pastores en Fuerteventura.

     

    «Antes habían y todos los años se cortaban para plantar tomateros y todas esas cosas, pero ya desgraciadamente medioambiente no nos deja ir a cortar los tarajales.» (Vicente Hernández Santana, 1946, comisionado de Betancuria).

     

    «Eso si vemos un palo derecho por ahí, antes habían muchos tarajales y los cortábamos siempre y salían los palos derechos, pero hoy con tanta política y tanta Seprona, Medio Ambiente y todo no hay un palo que sirva porque antes los cortábamos siempre y el palo salía derechito, si lo cortas todos los años el palo sale derechito para arriba, todos los años, pero hoy Medio Ambiente nada te deja. ¡Bueh! En todos esos barrancos hay, claro pero hoy no te dejan hacer nada.» (Antonio Cabrera Morales, comisionado de Puerto del Rosario).

     

    En la actualidad también se elaboran latas a partir de materiales sintéticos que son más ligeros.

     

    «(...) la lata que usa mucho la gente hoy... yo no, yo la tengo de madera ¿no? Es de este tubo que utilizan como los surfistas, esos palos los arreglan les ponen la argolla, le ponen el puyón y son livianos y son buenos para eso (...).» (Juan Pérez Viera, 1951, comisionado de Pájara).

     

    «(...) ya hoy también hay unas modernas de esas de fibra, de eso de los barcos de los, no me sale la palabra ahora, que lo de la vela de los barcos tiene un especie como si fuera un palo también pero es de fibra de carbón y entonces se le pone una punta abajo y sirve de garrote, de palo también.» (Martín Cano Clavijo, 1963, comisionado de Tuineje).

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