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El liderazgo entre costuras. Por Astrid Pérez, política y abogada

 

  • Redacción NoticiasFuerteventura
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    Este mes que se ha celebrado el Día Internacional de la Mujer, que se han organizado diferentes actos para conmemorar el 8M, como por ejemplo la segunda edición de las Jornadas Parlamento e Igualdad, hemos oído y escuchado muchas historias de féminas que han abierto camino, que han roto barreras y que son inspiración y ejemplo para las generaciones presentes y futuras.

     

    Durante estos días se nos ha llenado la boca hablando del feminismo, de la igualdad y del empoderamiento de la mujer. Sin embargo, de una cita tan importante como es el Debate sobre el Estado de la Nacionalidad Canaria, lo que ha trascendido de las intervenciones y presencia de las diputadas es qué outfits han elegido para la ocasión.

     

    Aunque pueda parecer algo propio del siglo pasado ha ocurrido estos días en algunos medios de comunicación. Y frente a esto no he leído ni en titulares, ni en crónicas ni en artículos de opinión nada sobre las corbatas de sus señorías varones. Las mujeres, también aquí, en el Parlamento, donde debe primar la fuerza de la palabra, las ideas y los discursos, somos juzgadas por el físico.

     

    Pero no es solo en esta ocasión. Hay plumillas que se dedican a usar, sobre todo en referencia a nosotras, adjetivos concernientes a nuestro peso, nuestros modelitos, a si no nos hemos maquillado lo suficiente, o si lo hemos hecho en demasía.

     

    Recuerdo casos como el de la fallecida Carmen Chacón, que acudió como ministra de Defensa vestida con un esmoquin a la Pascua Militar del 2009 y su atuendo acaparó los titulares. O cuando los estilos sobrios de Angela Merkel, canciller de Alemania, plagaban titulares como La estética de la austeridad o Las 73 chaquetas de la jefa, por ponerles algunos ejemplos.

     

    Un hecho que nos debe hacer reflexionar por qué las mujeres debemos enfrentar desafíos que van más allá de la lucha por el poder o la representación. Y es que cuando logramos ocupar un lugar en la esfera pública, a menudo cargamos con una atención desproporcionada y superficial por parte de los medios de comunicación, que se centran en aspectos como nuestra vestimenta, nuestro peinado o aspecto físico, en lugar de nuestro trabajo o liderazgo.

     

    Liderazgo, por cierto, que también se pone en entredicho o se utiliza un doble rasero, y me explico. Un hombre líder suele ser valorado por cualidades como firmeza, ambición, capacidad de toma de decisiones y confianza. Sin embargo, cuando una mujer demuestra estas mismas cualidades puede enfrentarse a críticas desproporcionadas o interpretaciones negativas.

     

    Mientras que un hombre firme es percibido como decidido, en nosotras se traduce en mandona o autoritaria. Mientras que la ambición en ellos se celebra como un motor para el éxito, en nosotras se ve como egoísta o agresiva. Mientras la confianza es sinónimo de carismático o creíble, a nosotras se nos juzga por ser arrogantes o desagradables.

     

    Al mismo tiempo, si demostramos sensibilidad y empatía se pone en cuestión nuestra capacidad de tomar decisiones firmes. Así que como ven, estas continuas contradicciones nos obligan a realizar un equilibrio constante entre mostrar fuerza y calidez, algo que no se les exige a los hombres.

     

    Por no hablar de la edad, un tema muy recurrente y también con una vertiente de doble estándar: mientras a los hombres se les permite transitar la madurez con una percepción de autoridad y respeto, incluso asegurando que están en su mejor momento político, las mujeres se convierten en elementos caducados y obsoletos que han perdido su brío.

     

    En definitiva, conductas sexistas que, en el caso del Parlamento de Canarias, enmudecen a la mitad del hemiciclo.

     

    Un lugar que, para algunos, parece, que no está compuesto por 70 personas que representan a la ciudadanía y sus ideologías, sino de 38 políticos y 32 floreros.

     

    Por eso, queridos lectores, quiero felicitar a mis compañeras diputadas por la calidad de sus intervenciones y exposición de ideas durante el segundo Debate del Estado de la Nacionalidad Canaria de la XI Legislatura.

     

    Valga decir que no señalo a ningún medio de comunicación, porque esto no es un ataque a ninguno de ellos. Simplemente es una reflexión social a una realidad que vivimos. Y porque creo que también es mi responsabilidad recordar que las mujeres en política no somos iconos de moda: somos líderes, y ya es hora de que el foco se coloque donde corresponde.

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