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¿Para qué quiere una estatua de sal un futuro?. Por Fernando Swartz Arencibia

 

Plantear la disidencia sobre cualquier aspecto social o político en términos totalitarios, violentos y usando argumentos cercanos a conceptos como patria, territorio, lo nuestro o “lo mío” acaba enfrentándose casi siempre a valores como el diálogo o la democracia.

 

En Fuerteventura, en los últimos tiempos se asiste a comportamientos que se pueden volver peligrosos, alentados por algunos políticos con un excesivo amor al "juego de tronos” (pero esto no es novedad, todos viven en ese amor irredento), que tratan de partir la convivencia con formas claramente antidemocráticas.

 

Señoras exaltadas, con venas a punto de explotar en cuellos que ya han visto pasar mejores días, amanuenses al dictado del poder patrio, windsurferos sexagenarios a golpes contra la prensa, e incluso viejas glorias venidas a menos del tindayismo, vomitan toda su bilis otorgándose la verdad absoluta con mantras que parecen sacados del manual de Jhoseph Goebbels.

 

“Repite una mentira mil veces y la convertirás en verdad”. Esa era la máxima del fascismo por antonomasia, esa era la máxima del nazismo y de Goebbels, todopoderoso ministro de propaganda de Hitler.

 

En la coctelera del ecofascismo majorero se juntan todos estos para tratar de impedir decisiones soberanas de instituciones elegidas por los que viven en la Maxorata. De eso se trata la política, de tomar decisiones. Pero estos señores del ecofascismo no están de acuerdo, tiene que ser lo que ellos digan.

 

Profesionales de las subvenciones, políticos de más de tres quinquenios, funcionarios prejubilados, opositores perpetuos,… son los que juegan a sentirse héroes en espacios cortos del entendimiento. Egos disparatados por perniciosas jornadas “de sahumerio” acaban dando forma a lunes de manifa en el cabildo, “gritemos alto, insultemos, que sabemos más, somos más listos y sabemos mejor como queremos las cosas”.

 

El ecofascismo majorero huye del progreso, huye de la militancia ecologista, huye de establecer medidas para mejorar el medio ambiente. El Ecofascismo majorero solamente quiere que todo se quede “como está”. Pretende mantener la isla como su ideología les marca, quieta, como una estatua de sal, sin sentido del futuro, siempre mirando hacia atrás. Es como si fueran la mujer de Lot saliendo de Sodoma.

 

Nada de esto sería importante si no resultara grotesco que se amenace a políticos, se tire piedras a cámaras de televisión, se trate de manipular con mentiras. Nada de esto sería importante si no se tratara de la libertad de las ideas. Nada de esto sería importante si no se tratara del futuro. Pero ¿para qué quiere una estatua de sal un futuro?

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