Las terribles consecuencias del insomnio
Dormir poco o mal puede acelerar el deterioro cognitivo y la fijación de los recuerdos según la neurociencia
El insomnio, si persiste durante mucho tiempo, puede causar verdaderos estragos en el organismo. Y es que el sueño es una función corporal innegociable y esencial para la salud humana. Así lo confirman en el reciente estudio publicado por la revista Science donde se dice lo siguiente: “el sueño beneficia nuestro cerebro y bienestar mental, e incluso a otras funciones como nuestros sistemas cardiovascular e inmunológico”.
Desde dicho estudio se desmiente categóricamente “el mito del individuo fuerte y exitoso que puede arreglárselas con un mínimo de tiempo en la cama o que escatima en dormir para obtener más resultados”, esta falacia sobre la poca importancia del sueño frente a la preponderancia del éxito social no solo es falsa, sino muy peligrosa.
Tanto es así que la neurociencia ha demostrado que el sueño tiene efectos increíblemente amplios en el cerebro y afecta a todo, desde los procesos moleculares hasta la cognición de alto nivel. La buena noticia es que, ante problemas para conciliar el sueño, existen diferentes mecanismos para combatir el insomnio y mejorar la higiene del sueño y en consecuencia la salud en general.
Por qué se necesita dormir
El cuerpo y el cerebro necesitan recuperarse de los esfuerzos del día, por eso, después de una buena noche de sueño, nos sentimos más optimistas, alerta y con mayor disposición para relacionarnos con otras personas. El sueño ayuda a combatir todo tipo de enfermedades, y para que realmente tenga un efecto positivo en la salud se han de dormir de 7 a 8 horas de sueño por regla general, aunque hay quienes necesitan 9 horas de sueño cada noche.
Ahora bien, el trabajo, las preocupaciones diarias, el estrés y en general el ritmo de vida acelerado propio de las sociedades modernas influyen negativamente en la calidad del sueño. Así, vivir en entornos ruidosos como las grandes ciudades, recibir multitud de estímulos visuales y auditivos cada día, correr entre el tráfico y cientos de personas para llegar a tiempo a los sitios, etc., contribuyen a que aparezca el insomnio, el síndrome de las piernas inquietas o la apnea del sueño.
Todos estos trastornos del sueño harán que la persona sufra problemas para desempeñar funciones básicas, recordar cosas o concentrarse. El humor también cambia y hay más propensión a tener una actitud violenta hacia seres queridos y compañeros de trabajo. Por si fuera poco, la falta de sueño favorece la aparición de enfermedades como: diabetes, infecciones, obesidad y problemas de corazón.
Por otro lado, la pérdida de sueño hace que las personas estén más cansadas, por lo que serán menos productivas y más propensas a sufrir accidentes de tráfico, ya que, tendrán más dificultades para prestar atención a los detalles, razonar adecuadamente y resolver problemas lógicos. Por si fuera poco, la falta de sueño afecta a todos los tejidos del cuerpo, así como a las hormonas, el sistema inmunitario, el apetito, la respiración, la presión arterial y la salud cardiovascular.
La salud mental es otra de las grandes afectadas por la privación de sueño, manifestándose sus consecuencias en depresiones y ansiedad. A esto hay que añadir que a medida que las personas envejecen suelen dormir menos como consecuencia de medicamentos o trastornos del sueño comunes como el insomnio y la apnea del sueño.
La salud mental y la falta de sueño
Para tener una buena salud mental es fundamental tener un descanso de calidad, el cual depende de tres factores: la continuidad del sueño, la profundidad del mismo y la fase REM. Es imprescindible dormir ininterrumpidamente y pasar por todas las fases naturales del sueño.
De hecho, un estudio publicado a la revista Psychological Bulletin ha demostrado que la falta de descanso continuo y profundo puede estar relacionado con la aparición de trastornos mentales como la ansiedad, el autismo o la depresión.
El análisis llevado a cabo durante este estudio ha mostrado una estrecha relación entre la alteración de los factores del descanso y la aparición de trastornos mentales. Así, por ejemplo, la inhibición de la profundidad del sueño se ha relacionado con la comorbilidad, es decir, con la presencia de más de un trastorno. Y, por otro lado, el desequilibrio en la profundidad del sueño se ha vinculado con trastornos como la esquizofrenia.
Las conclusiones finales del estudio apuntaron a “una estrecha relación entre la gran mayoría de los trastornos mentales y el factor de la continuidad del sueño”. Los autores continúan recabando más información sobre este ámbito, puesto que la mayoría de estudios no incluyen otros trastornos como el de bipolaridad que probablemente se vea agravada por la falta de un descanso de calidad.
Pero, sin necesidad de señalar o acudir a enfermedades mentales más graves, la depresión y la ansiedad también forman parte de las consecuencias directas de la falta de sueño, y por desgracia son trastornos que sufre una gran parte de la población mundial.