Canarias se mira al espejo
El próximo día 20 hay convocadas manifestaciones en cinco de las ocho Islas, para, según los convocantes "poner límites a un crecimiento desorbitado"
El debate sobre el modelo económico del archipiélago llega tarde y se amplifica con fuerza por diferentes factores sociológicos derivados de lo ocurrido en la pandemia, pero una cosa es cierta, el turismo no beneficia a todos por igual y más bien está dejando una sociedad cada vez más pobre.
Los datos así lo demuestran, España, anclada en un modelo de servicios tiene la sociedad más pobre de Europa, Canarias, que eleva a la enésima potencia el modelo, es la segunda autonomía con menor renta per cápita del estado, y en Fuerteventura y Lanzarote, economías dependientes casi totalmente del turismo, están las personas más pobres de Canarias, del estado, de Europa…
La clase dirigente lleva mucho tiempo mirando a otro lado, amparados en crecimiento del empleo, en datos de ocupación, en los beneficios de los propietarios de la industria, pero se ha larvado una desafección que ya se palpa en los ciudadanos.
Economías como la majorera, con intervencionismo de una clase dirigente con poca o nula visión empresarial, donde es casi imposible proponer proyectos alternativos al turismo, con la vivienda disparada y con una cesta de la compra terrorífica, comienzan a desplazar (todavía más) a los nuevos trabajadores pobres, gente con empleo en la hostelería que no llega a fin de mes.
El turismo nos sacó del tercermundismo
El turismo vale su peso en oro, es cierto y en Canarias, mucho más. Las economías isleñas le debe bastante a una constelación en la que no pocos cuerpos giran alrededor del sol.
Con la salvedad del periodo de la crisis provocada por la pandemia de coronavirus (a partir de 2020), representa en torno al 35,5% del producto interior bruto (PIB) regional, un 70% si hablamos de Fuerteventura.
Con un clima de temperaturas suaves y estable a lo largo del año en condiciones normales, el destino ofrece unos atractivos de enorme singularidad.
Sin embargo, la recurrente calima de la contrariedad impide ver el horizonte con cristalina claridad. El valioso tesoro esconde desafíos al modelo de desarrollo y guarda premios a la habilidad para afrontar los retos.
Colectivos ecologistas han convocado para el 20 de abril manifestaciones en Fuerteventura, Lanzarote, Gran Canaria, Tenerife y La Palma bajo el lema Canarias tiene un límite.
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Claman contra los efectos de un engranaje que “consume sin control recursos finitos, como el agua y el territorio, agrava otros problemas no resueltos en Canarias, como la gestión de los residuos, compromete el acceso a la vivienda o que causa un alto y preocupante impacto en espacios de alto valor ecológico”. El sindicado Comisiones Obreras identifica el “desenfreno” con “el afán de lucro de unos pocos”.
"Hace mucho tiempo que varias voces, especialmente académicas, vienen advirtiendo de que hay que hablar de límites al turismo teniendo en cuenta no sólo la satisfacción del visitante, que es la única que se mide, sino también la satisfacción del residente. Pero el sector turístico se ha negado hasta ahora a abrir cualquier debate sobre cargas o límites, recurriendo en cada momento al mismo argumento: Quieren matar a la gallina de los huevos de oro”, afirma Marta Cantero para Tiempo de Canarias.
La falta de sensibilidad respecto a la percepción que tienen quienes habitan en la tierra sobre la han levantado sus lucrativos negocios, ha agravado probablemente la sensación de impotencia con que parte de la sociedad canaria percibe que el turismo les quita más de lo que les da.
Después de las históricas cifras de 2023 (sobre los 16 millones de visitantes), Fernando Clavijo aboga por una oferta “más selecta” que permita equilibrar la importancia de los sectores económicos. El mandatario autonómico apela al “sentido común”. Le preocupa que “se increpe o insulte” a quien “viene a disfrutar, a pasar unos días y a dejar su dinero en Canarias”.
El vicepresidente y consejero de Economía, Manuel Domínguez, propone una reflexión acerca de “si estamos dispuestos a darnos un tiro en el pie” y da la voz de alarma por el “riesgo innecesario” de lo que interpreta como un mensaje equivocado: “¡Cuidado!”.
En este escenario, el Cabildo de Tenerife se abre al “diálogo fluido” con aquellas “posiciones razonables” alejadas de la “turismofobia”. Rosa Dávila resalta que la corporación insular defiende un tipo de turismo “que entienda la isla, que somos un territorio limitado y que hay que preservar los espacios naturales”.
Casimiro Curbelo (La Gomera) apunta al déficit de planificación: “El turismo no es el causante de ninguno de los males. Al contrario. Otra cosa es que se haya redistribuido adecuadamente”.
El Foro por el Progreso de Tenerife exculpa al turismo: pone el foco en la sostenibilidad y el “crecimiento acelerado” de la población, la capacidad de carga.
El presidente de la patronal hotelera provincial Ashotel y de la nacional (Cehat), Jorge Marichal, llama al sosiego: que el turista no sea “un chivo expiatorio”.
Entiende que “ha habido fenómenos [alquiler vacacional] que no se han sabido parar”. Pedro Alfonso (CEOE de Tenerife) urge detener “los comportamientos de turismofobia de grupos muy ruidosos”, a través de una perspectiva “colaborativa y democrática”. Pedro Ortega (CCE) vincula los avances al consenso. Así está el panorama.
Da la sensación de que en este debate hay compartimentos estancos, no se oye al de al lado, se intenta ridiculizar el argumentario bajándolo a frases hechas manipuladoras, pero algo está cambiando y si no se mira con calma, pasará a muchos por encima.