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La vacuna que nos salvó de una pandemia

Cerca de 106 millones de dosis de la vacuna contra la COVID-19 se administraron en el estado español durante la emergencia sanitaria

 

  • Redacción NoticiasFuerteventura
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    España administró más de 105,8 millones de dosis de vacunas contra la COVID-19 durante los casi tres años y medio que duró la emergencia sanitaria, logrando convertirse en uno de los países con mayor porcentaje de población inmunizada. Un 92,6 % de los ciudadanos completaron la pauta de vacunación, un dato que refleja el alto grado de responsabilidad colectiva y confianza en la ciencia.

     

    El desarrollo de las primeras vacunas contra la COVID-19 fue un hito científico sin precedentes, seguido con expectación en todo el mundo. En tiempo récord, se lograron sueros eficaces y seguros, basados en tecnologías innovadoras como el ARN mensajero, aunque su éxito fue fruto de décadas de investigación previa. Su rápida fabricación y distribución no solo protegió a millones de personas, sino que también demostró la importancia de la cooperación internacional y el respaldo económico de los gobiernos para acelerar procesos que, en condiciones normales, habrían tardado años.

     

    La vacunación no solo ha sido una herramienta clave para frenar la propagación del virus y reducir la mortalidad, sino también un acto de solidaridad. Al inmunizarse, cada persona contribuyó a proteger a los más vulnerables: ancianos, personas con patologías previas y aquellos con sistemas inmunológicos comprometidos. Además, España ha sido un referente en la organización de la campaña de vacunación, con un acceso amplio y equitativo, lo que permitió que el suero llegara a toda la población sin distinciones.

     

    En este contexto, Canarias se convirtió en un ejemplo de éxito, destacando por su baja tasa de mortalidad y una alta cobertura de vacunación. Esto, combinado con las medidas sanitarias adoptadas, contribuyó a reducir el impacto de la pandemia en las islas, protegiendo especialmente a su población más vulnerable y a su sistema sanitario.

     

    Desde el inicio de la pandemia, la comunidad científica ha trabajado sin descanso para comprender el virus y desarrollar estrategias efectivas contra él. En 2020, el Reino Unido inauguró la vacunación en Occidente con el suero de Pfizer/BioNTech, al que le siguieron Moderna, AstraZeneca y otras fórmulas. España y el resto de la Unión Europea comenzaron su programa de inmunización el 27 de diciembre de ese mismo año.

     

    Sin embargo, la lucha contra la COVID-19 no ha terminado. Aunque el impacto del virus ha disminuido gracias a los altos niveles de inmunización, sigue circulando y evolucionando. Los esfuerzos actuales se centran en adaptar las vacunas a las nuevas variantes y en desarrollar una vacuna universal contra los coronavirus. A pesar de las recomendaciones de la OMS, la vigilancia epidemiológica y la financiación para el seguimiento del SARS-CoV-2 están disminuyendo, lo que dificulta evaluar con precisión su evolución y posibles nuevas amenazas.

     

    La experiencia con la COVID-19 ha dejado claro que la ciencia y la cooperación global son esenciales para afrontar futuras crisis sanitarias. La pregunta ya no es si habrá una nueva pandemia, sino cuándo ocurrirá. Y cuando llegue, la lección aprendida es clara: la vacunación seguirá siendo una de las herramientas más poderosas para salvar vidas y proteger a la sociedad.

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