Un estudio danes afirma que el Atlántico va rumbo al colapso
El sistema de corrientes del Atlántico (AMOC) da señales de alerta según publica hoy Nature Communications
La circulación de vuelco meridional del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés) es un complejo sistema de corrientes oceánicas que transportan agua caliente desde los trópicos hacia el norte. Un nuevo estudio de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), publicado hoy en Nature Communications, estima que su colapso podría suceder a mediados de siglo, o potencialmente en cualquier momento a partir de 2025.
En 2018, dos investigaciones separadas llegaron a la misma conclusión: el sistema circulatorio del planeta se estaba debilitando. El principal conjunto de corrientes oceánicas que llevan inmensas cantidades de aguas desde los mares tropicales a los del norte se estaría ralentizando debido al impacto del cambio climático. El último informe de los expertos de Naciones Unidas (el IPCC) publicado este año llegó a la misma conclusión.
La AMOC (Atlantic Meridional Overturning Circulation) es el principal sistema de corrientes del océano Atlántico. Es la encargada de transportar masas de agua cálida desde los trópicos hacia los polos cerca de la superficie y dirigir el agua fría hacia latitudes ecuatoriales en las profundidades del océano. Es una corriente oceánica muy importante en el clima ya que tiene una función reguladora de las temperaturas. Por ello, cualquier cambio o modificación en el comportamiento de esta corriente conlleva otros cambios en el clima a nivel global.
Aunque no existen causas confirmadas, los autores identifican las emisiones de gases de efecto invernadero como un factor posiblemente implicado. El uso de combustibles fósiles y la tardanza en la implantación de las renovables aboca al planeta al colapso que cada vez parece más repentino.
Canarias
En este sentido en el archipiélago canario, situado en un lugar privelegiado del proceso del AMOC, tenemos una corriente costera de aguas muy frías en el océano Atlántico. Aparece como si estuviera atrapada entre la costa noroeste de África y el ramal meridional de la corriente del Golfo o atlántica del Norte. No constituyen una misma corriente por la distinta temperatura de sus aguas, coincidiendo la franja de nubes próxima a Canarias con el ramal sur (de retorno) de la del Golfo, de aguas más cálidas.
Pero en los últimos tiempos el anormal estado del Atlántico no hace sino subir la temperatura del mar. Se teme que para septiembre la situación del agua del mar pueda estar muy por encima de la media.
Susanne Ditlevsen: "El declive de este sistema de flujos podría alterar el clima de Europa occidental hasta parecerse al de Alaska”
El AMOC es un subsistema capaz de cambiar a un estado irreversible, por lo que conforma uno de los elementos de inflexión más importantes en el clima de la Tierra. Su posible colapso es motivo de gran preocupación, ya que tendría graves repercusiones en el ecosistema del Atlántico norte y, por extensión, en todo el planeta.
El declive de este sistema de flujos "podría alterar el clima de Europa occidental hasta parecerse al de Alaska", destaca a SINC Susanne Ditlevsen, de la universidad danesa y coautora del estudio. "El calor transportado hacia el norte por el AMOC se quedará en los trópicos, calentándolos aún más. La mayor diferencia de temperatura entre los subtrópicos y las latitudes medias aumentará la fuerza de la corriente y podría intensificar las tormentas", añade.
Los resultados del estudio mostraron señales de alerta temprana de una transición crítica del AMOC y sugieren que podría apagarse ya en 2025 y no más tarde de 2095
Este tipo de cambio climático abrupto se experimentó por última vez durante los eventos de Dansgaard-Oeschger en el último período glacial, causados por el colapso y la restauración del AMOC. Esto provocó fluctuaciones de la temperatura media del hemisferio norte de 10-15ºC en una década, mucho mayores que los cambios actuales de 1,5 grados en un siglo.
"El problema es que no hemos visto un colapso del AMOC en los últimos 12.000 años", señala Ditlevsen. "Los declives y reinicios observados en el registro paleoclimático del último periodo glaciar fueron extremadamente bruscos", añade.
La fuerza de este sistema de flujos solo se ha monitorizado de forma continua desde 2004 y estas observaciones han mostrado que se está debilitando. No obstante, se necesitan registros más largos para evaluar la magnitud.