Apañadas, descanso del ganado y apartar
El curso de la apañada sigue cuando el ganado entra en la gambuesa, ha llegado el momento de parar, apartar y valorar
Siguiendo el recorrido que hemos mantenido en las últimas entradas en esta sección, en la que tratamos de explicar la lógica y las fases de las apañadas, ha llegado el momento en el que el ganado, una vez en la gambuesa ha de ser observado para valorarlo, dejarlo descansar y comenzar a pensar en el reconocimiento de los mismos.
En este paso, es fundamental El Descanso. Como decimos el ganado ya ha entrado en la gambuesa y se ha de tomar un tiempo para que se tranquilice, “momento en que los pastores aprovechan para descansar y observar el ganado que se ha reunido, antes de seguir con la tarea”
«Dejamos que la gente se tome un respiro, que casi siempre para esos días se tiene refresquitos, se tiene cervecitas, se tiene agüita y, a lo mejor, el que tiene ganas de comer puede hacerse un bocadillo, un refresco un poco en lo que se hace la comida porque después la comida viene a darse a las tres o a las cuatro de la tarde, a la hora que se termine el ganado. Se encierra el ganado ahí, se ve a la gente nada más que mirando. ‘¡Ah! sí esa es la cabrita mía.’ ‘Pues la cabrita mía está parida, tiene un baifito morisco’ (…).» (Nicolás Herrera Cabrera, 1937, comisionado Antigua Sur).
Tras esta fase de sosiego que además resulta gratamente contemplativa, el ganado se relaja tras la larga caminata y el acoso al que ha sido sometido por pastores y perros para la entrada en la gambuesa. Es en este punto donde se inicia una nueva fase del proceso de gran importancia, se denomina Apartar
“La siguiente fase de la apañada consiste en ‘apartar’ el ganado que ha entrado en la gambuesa. Se trata de separar por un lado todas las cabras paridas y las crías, las cabras que necesitan ser ordeñadas y todo aquel ganado que los dueños quieran retirar de la costa por diferentes motivos. El ganado ‘apartado’ es introducido en un corral más pequeño que hay con este fin en el interior de la gambuesa, mientras el resto del ganado es soltado otra vez. (Allende y Edgar, La Cabra de Costa de Fuerteventura).
«Y después, dentro de la gambuesa a apartar. A ver qué no, las que están que no tienen crías se echan para fuera. Tenemos un apartamento, un corral pequeño, las que tienen crías y las crías se echan para ahí y las que tienen leche para ordeñarlas, las que vamos a quitar o cosas de esas, las echamos para ahí.» (Vicente Hernández Santana, 1946, comisionado de Betancuria).
«(...) las que está paridas las vamos echando allí en los corrales aquellos. Allí hay dos corralillos, uno para echar las que están paridas para ahijarlas y otra es para echar las que nos vamos a llevar, los machos y eso o alguna cabra que se vende o baifos.» (Tomás Acosta Cabrera, 1943, comisionado de Antigua Norte).
La acción de Apartar requiere destreza y condición física, puesto que el ganado puede ser numeroso además hay que cogerlo de forma adecuada. El comisionado, en este sentido, “designa a dos personas encargadas de realizar la tarea de apartar el ganado, siendo estas personas nombradas porque se les considera las más preparadas para realizar esta función, ya que hay que disponer de práctica y maña suficiente para coger el ganado de la forma adecuada. En las ocasiones en las que el ganado es muy numeroso, estas personas van recibiendo el relevo de otros compañeros cuando se encuentran cansados. El resto de compañeros, formando un cerco, van arrimando ‘tandas’ de ganado para ayudar a los que están encargados de ‘apartar’, mientras que estos van escogiendo el ganado que se queda y el que se le ‘da puerta’ poniéndolo nuevamente en libertad” (Allende M. Gutiérrez y Edgar A. Freivalds).
«El comisionado, el que mandaba allí, (...) nombraba a dos hombres del gusto de él, el que era amañado para coger las cabras, las cabras tienen... son cogidas por las patas de atrás y hay que cogerlas por la pata izquierda me parece, no ir allá y cogerla por una pata cualquiera, hoy la cogen hasta por el cogote, por los cuernos, por dónde sea. Antes, el comisionado sabía, fulano, mengano, allí para apartar el ganado había dos hombres nada más y la demás gente se iba haciendo un corralito al lado de la puerta del corral. Yo aquí, otro aquí, otro aquí, otro aquí y el ganado se traía aquí y todo el mundo aquí atajando, atajando y dos hombres allí cogiéndolas por las patitas que le pertenecía (...) Una a una, se terminaban aquellas, el personal quedaba aquí haciendo el corral y otros dos iban a tocar para acá y hasta que se terminaba” (Agustín de León Soler, 1932, ganadero de Casillas del Ángel).
Para reconocer las cabras que están paridas se observa si tienen las ubres cargadas de leche y si la cría está mamando de ella, para así descartar que la hayan perdido.
«Les vamos mirando las tetas, todas las que están paridas pues están mamadas, tienen las tetas mamadas, pues esas las echamos todas para allí y las que no tienen baifo las echamos todas para fuera. Allí hay un corral pequeño y las vamos echando todas para allí y las otras las vamos echando todas para fuera.» (Antonio Cabrera Morales, comisionado de Puerto del Rosario).