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El Perro Bardino indispensable en las apañadas

Los pastores se esfuerzan en educar a los perros desde pequeños para que estos obedezcan a sus órdenes y señas, y sepan tratar con el ganado

 

  • Redacción NoticiasFuerteventura
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    El Perro Majorero es una realidad gracias a la conservación y pureza de líneas en los criadores y pastores majoreros. Se trata de un perro medio, casi cuadrado, con la grupa algo más alta que la cruz; compacto, de ancho cuello, que parece desproporcionado con su menor cabeza, pero que es precisamente lo que permite su fuerza de agarre y firmeza en la presa o mordida; recio, de marcada figura sin resaltes, al quedar sus orejas fruncidas a la cabeza.

     

    Pecho ancho y profundo, factor que facilita su gran capacidad de resistencia a la andadura, al calor y aún a la falta de agua.nDada su reconocida valentía no tiene medida del contrario o ser del que se defiende o al que, por circunstancias, tiene que atacar, sea persona o animal.

     

    Mirada brillante, firme, atenta ante la presencia del hombre alegre tratándose de sus propietarios, familias o conocidos; y recelosa, desconfiada y marcando las distancias, estando suelto o atado, ante extraños, presto a actuar llegado el momento.

     

    Es un perro leal, muy territorial; tremendamente defensor de lo que se le encomienda. Trabaja bien el ganado, sin dañarlo y por ello se aprecia en todas las islas. Sin ser fiero, llegado el momento de actuar lo hace con arrojo y fiereza, basándose en su potencia y firmeza de la presa o mordida facilitada por su fuerte dentadura y musculación de su cuello.

     

    El Bardino en las apañadas

     

    “El perro es indispensable para los pastores, sobre todo a la hora de realizar las apañadas, puesto que les facilita y les ayuda mucho en esta labor. El perro tradicionalmente utilizado por los pastores en Fuerteventura es el perro majorero o también llamado bardino, aunque hoy en día también se utilizan otras razas de perros en labores de pastoreo y en las apañadas”, explican Allende y Edgar en . La cabra de costa de Fuerteventura, una aproximación etnográfica.

     

    “Los pastores se esfuerzan en educar a los perros desde pequeños para que estos obedezcan a sus órdenes y señas, y sepan tratar con el ganado. En el caso de las apañadas, el pastor es acompañado por su perro, que es enviado a través de señas a atajar aquel ganado que se desvía o trata de escapar del rebaño y queda lejos del alcance del propio pastor. Estos animales son muy valorados por sus dueños ya que suponen una gran ayuda y compañía. Es por ello que suelen tener más de un perro preparado para este fin”, explican.

     

    «Los perros, como todo, hay que llevarlo, enseñarlo con algún baifo cuando empiezan los perros, cuando coges un perrito nuevo lo vas enseñando con las crías de los animales, lo vas enseñando, los vas mandando y lo vas parando antes que llegue a los animales, para que vire cuando lo llames y así es como van ellos aprendiendo pero claro hay que llevarlos para que sepan. Hay que llevarlos desde chicos a todas la apañadas para que esté con los animales, para que sepa cuando tiene que ir y cuando no tiene que ir.» (Martín Cano Clavijo, 1963, comisionado de Tuineje).

     

    «(...) usted sale con su ganadito, con su latita y su perrito, y su perrito lo educa usted al ganado, lo educa usted a como quiera, a tócala por aquí, a tócala por allí, echa aquella para arriba, toca aquella para abajo y con las señas suya al perro usted lo enseña, si lo tienes acostumbrado, si lo tienes educado a eso, que va cuando usted lo mande a los animales, si un perro está entrenado y enseñado un perro es muy goloso para apañar (…) para la costa se trae un perro para apañar, solamente uno para apañar, porque dos perros no los puede usted echar a la vez porque usted sabe que por amoroso que sea un perro y muy obediente si lo echa al otro perro a lo mejor inventa, porque si yo veo que tu sacudes fuerte pues yo también voy a sacudir y a lo mejor se acostumbran a morder. (…) a las apañadas y sin ser a las apañadas, para echar un perro a una cabra hay que llevar nada más que un perro solo.» (Nicolás Herrera Cabrera, 1937, comisionado Antigua Sur).

     

    «Un perro, siempre teníamos un perro bardino de los que habían antes, que eso hacía, ¡dios mío!, todo lo que le decíamos, como una persona, claro estaba pegado siempre. Teníamos que enseñarles a la fuerza (…) antes uno estaba siempre trabajando con animales, y lo que tenía era el perro para viciarlo para esta para la otra, el perro sabía ya a la que ir y los enseñábamos para que no las mordieran también, sino que fueran amablemente a ellas a espantarlas (...).» (Agustín de León Soler, 1932, ganadero de Casillas del Ángel).

     

    «En las apañadas, siempre, siempre. Yo en las apañadas la lata y el perro que no me fallara y el perro era, el perro mío hacía en las apañadas lo que no hace hoy tres apañadores o cinco, yo entraba por un valle para abajo y el perro sube para arriba baja para abajo, tócalas por acá, tócalas por allá y no se escapaba una cabra. (...) Llegaba a un sitio por ahí donde fuera y decía cógeme el baifo, cógeme el macho y el perro que estaba cuidando el ganado y estaba sembrado había una parra o había una higuera y el perro estaba mirando que no se fuera la cabra a la higuera que no se fuera a la parra. (...) cuidándolas: ‘Vete por allí, vete para acá, vete para allá.’ Con mucho cariño y el perro, que es obediente, te lo hace todo, el perro es el mejor compañero que uno tiene si lo educas.» (Maximino Robaina Torres, 1937, ganadero y carnicero de Betancuria).

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