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La cabra siempre estuvo aquí

La historia y la prehistoria majoreras son incomprensibles sin este animal que lleva en la isla, al menos, tanto tiempo como los humanos

 

  • Redacción NoticiasFuerteventura
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    O casi siempre, en realidad nadie puede datar la llegada de los primeros animales al archipiélago, pero todo parece indicar que llegaron con los primeros pobladores de la isla, que aunque algunos datan en un milenio antes de cristo, los estudios más avanzados con carbono 14 los sitúan sobre los 300 años antes de nuestra era.

     

    Los majos fueron, por tanto, los primeros pobladores estables de la isla de Fuerteventura (y de Lanzarote), y con ellos llegaba un sufrido animal que tuvo que hacerse al territorio de la misma manera que el territorio acabó haciéndose con ella.

     

    Ya el mismo gentilicio de los mahoreros se explica en cómo estos llamaban a su tierra, Maoh (literalmente la tierra, el país), y cómo, según Torriani, en su Descripción e historia del reino de las Islas Canarias (1588) , llamaban a sus zapatos hechos con cuero de cabra, Maohs. Por tanto hasta en cómo pisaban su tierra estos primeros pobladores y como la acabaron llamando hay una profunda reflexión de simbiosis con el animal que viajó con ellos desde el continente.

     

    Este animal que acompañó a los mahoreros durante mas de 1.000 años, hizo, como decimos, de Fuerteventura su hábitat, y de su aclimatación dependía parte de la supervivencia de las poblaciones que fueron creciendo en la isla, que como explicamos en el primer artículo de esta sección, tuvo que vincularse a un sistema de costumbres relacionadas con las maneras del Ganado de Costa y las reglas sociales que acompañaban a las formas ancestrales majoreras.

     

    Previo a los apuntes históricos de Torriani, tenemos que hacer un salto hacia atrás en el tiempo ya que hay otra valiosa reflexión histórica que hace referencia a la importancia de la cabra en la cotidianidad majorera prehispánica y esta es el nombre con el que la literatura clásica, en los textos de Plinio el viejo, Fortunata Insulae, se refería a la isla, con el nombre de Capraria.

     

    Estos textos de Plinio explican que desde la época de la República en Roma se conocía la existencia de Fuerteventura, sus habitantes y el animal que procuraba su supervivencia; cuestión que en los últimos años se apuntala con las investigaciones en Isla de Lobos alrededor de la existencia de una factoría de purpura romana para el tinte de las capas de los senadores.

     

    Muchos siglos después, ya instalados en la conquista de la Maxorata por parte de los nobles castellanos, los cronistas normandos Pierre Bontier y Jehan Leverrier, dejaron constancia en 1403 de que «el país [Fuerteventura] está lleno de cabras, tanto domesticadas como salvajes; y cada año se podrán, de hoy en adelante, tomar 30 000 cabras y aprovechar la carne, el cuero y la grasa. Y las carnes de las cabras de aquí son tan limpias y más tiernas y más sabrosas que las de ovejas en otras partes» (Le Canarien).

     

    Estas crónicas iniciales de Bontier y Leverrier en Le Canarien han sido muchas veces rebatidas desde diferentes foros intelectuales por “exageradas” en relación al ganado caprino que podría albergar Erbani en el siglo XV, pero existen muchas evidencias que lo corroboran, en este sentido Jose Carlos Cabrera en su libro Prehistoria de Canarias, Fuerteventura y los majoreros, argumenta:

     

    El extraordinario desarrollo de la ganadería durante la prehistoria de Fuerteventura solamente puede ser entendido como consecuencia de un proceso paulatino de especialización e intensificación pastoril, poducto de las estrategias evolutivas por los primeros pobladores tras su llegada desde el Norte de África (….). El Incremento exagerado de la cabaña ganadera debe ser interpretado como un procedimiento de reserva de alimentos en vivo para hacer frente a las necesidades de subsistencia y para un reparto equitativo entre unidades familiares en periodos de crisis. (Prehistoria de Canarias, Fuerteventura y los majoreros)

     

    Solamente admitiendo que parte del ganado mencionado por Le Canarien se hubiera mantenido en estado silvestre, o bajo la forma tradicional de ganado de costa, se explicarían las cifras explicadas por los primeros cronistas, cuestión que nos lleva a las apañadas como elemento de cohesión social de la sociedad aborigen que ha trascendido hasta nuestros días.

     

    La cabra majorera en la actualidad es, en un porcentaje muy alto, producto de mas de mil años de aislamiento, cultura pastoril y relaciones sociales entre majoreros. Otro porcentaje es la llegada de diversidad genética que acompañó a los conquistadores castellanos. El resultado es un animal envidiado por muchas producciones ganaderas por su alta rentabilidad lechera, por el exquisito sabor de su carne y por la imponente adaptación al territorio.

     

     

     

    Aspecto general: Animales longilíneo, subhipermétricos, de perfil generalmente recto o subconvexo. Presentan un biotipo marcadamente lechero y su característica principal es la adaptación a la aridez.

     

    Capa: Policromada, con predominio de las capas compuestas tanto las uniformes como las discontinuas. El pelo es corto aunque es frecuente la presencia de raspil en los machos. Las mucosas oscuras con abundante pigmentación.

     

    Cabeza: Grande, con orejas largas y cuernos en forma de arco que a veces se retuercen en el extremo distal. Los machos tienen perilla.

     

    Extremidades: Fuertes, largas y finas, con articulaciones manifiestas y pezuñas de color oscuro. Aplomos correctos.

     

    Mamas: De gran desarrollo, a veces exagerado, sobre todo en las cabras de gran producción, debido entre otras cosas a la práctica de un solo ordeño.

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